Jiang Shigong, "La Decada Critica"

 

*Traducción de Cristina Reigadas, David Ownby y DeepL. El texto completo en inglés se encuentra disponible en: https://www.readingthechinadream.com/jiang-shigong-ten-crucial-years.html


Jiang Shigong : La "Década Crítica" en la relación chino-americana: el "Nuevo Imperio Romano" y la "Nueva Gran Lucha"[1]

Introducción de David Ownby

Jiang Shigong (n. 1967) es profesor de derecho en la Universidad de Pekín, un importante portavoz de la Nueva Izquierda de China y un importante defensor del régimen de Xi Jinping.  En otra parte de este sitio hay una traducción de su ensayo de 2018, "Filosofía e Historia":  Interpretando la 'Era Xi Jinping' a través del Informe de Xi al Decimonoveno Congreso Nacional del PCCh", una explicación y defensa de peso del Pensamiento de Xi Jinping y un ataque al pluralismo intelectual que se había desarrollado en China antes de que Xi llegara al poder.  Jiang ha sido igualmente franco en temas como la constitución de China y Hong Kong, tanto antes como después de la reciente aprobación de la nueva Ley de Seguridad Nacional. 

No sé hasta qué punto Jiang está a las órdenes del Comité Central y hasta qué punto habla por sí mismo, pero en cualquier caso, su audiencia son otros intelectuales chinos.  No es ni un propagandista ni un populista, sino un intelectual público, parte del vibrante mundo intelectual chino que surgió durante el período de Reforma y Apertura, aunque predica contra la globalización, la liberalización y el pluralismo del que forma parte, con la esperanza de convencer a otros intelectuales chinos de que se unan a él.

El texto que aquí se traduce (publicado en línea el 4 de septiembre de 2020) trata de hacer lo mismo para el tema de las actuales relaciones sino-americanas que su ensayo sobre "Filosofía e Historia" hizo para el Pensamiento Xi Jinping: ofrecer una interpretación a un meta-nivel que señale el camino a seguir por China.  En "Filosofía e Historia", Jiang posicionó al Pensamiento de Xi Jinping (el nuevo y mejorado "socialismo con características chinas”) como un faro para toda la humanidad. 

Habiendo fracasado tanto el comunismo soviético como la democracia liberal americana, Xi y China han demostrado cómo combinar los mercados y el control, la creatividad y la disciplina, en un nuevo modelo de desarrollo que libera a otros países de las cargas de la experiencia americana o soviética.  En este nuevo modelo de desarrollo, el "comunismo" ya no se basa en la "lucha de clases", que ya no se ajusta a las necesidades de la sociedad de clase media de China, sino que es una especie de "búsqueda de la perfección" que despierta ecos del confucianismo y de la tradición china.

Las relaciones internacionales son por naturaleza más embrolladas que el "pensamiento", pero Jiang intenta proporcionar una gran narrativa similar de la historia y el futuro de las relaciones sino-americanas.  Enmarca su análisis en torno a dos fechas cruciales:  2008, año que marca el ascenso de China (los Juegos Olímpicos de Beijing) y el declive de Occidente (la crisis financiera), y 2018, año en que el presidente Trump inició su guerra comercial estadounidense contra China. 

Antes de 2008, las relaciones sino-estadounidenses en la era de la Reforma y la Apertura se habían caracterizado por un largo período de colaboración económica y un alto nivel de interés mutuo.  El final de la Guerra Fría marcó el comienzo de la era de la globalización, que Jiang considera como la pantalla para la construcción del nuevo Imperio Romano americano en un mundo unipolar.  La política americana hacia China se caracterizó por inversiones masivas en el frente económico, y por la política de "compromiso" en el frente diplomático o político que, desde la perspectiva china, Jiang ridiculiza como la política de "evolución pacífica". 

Ambas significan lo mismo, es decir, que a medida que China se abra, vea el beneficio de los mercados, se enriquezca y crezca una clase media, la democratización seguirá naturalmente.  Jiang ve en cambio la "americanización", que no es algo bueno, pero admite que el largo período de crecimiento económico y la relativa armonía en las relaciones con la mayor potencia del mundo han hecho que muchos chinos acepten alguna versión de la visión americana del mundo y que, por lo tanto, no se preocupen demasiado por la arrogancia de su poder.  Hay cosas peores que dejarte llevar si tu amigo tiene un buen coche.

La crisis financiera y los acontecimientos que la siguieron pusieron fin a este ensueño.  China logró sortear la crisis bastante bien, incluso, como dice Jiang, apoyando al capitalismo occidental, pero el orgullo de haber capeado la tormenta se desvaneció rápidamente, en la medida en que los mercados occidentales de los que dependía la "fábrica del mundo" se secaron y China se dio cuenta de que había atado el carro a un caballo poco fiable: el imperio americano, todavía en construcción, pero detenido por problemas temporales de liquidez. 

Siguieron una serie de decisiones chinas que cambiaron el juego: alejarse de su economía de mano de obra barata impulsada por las exportaciones y acercarse a una alternativa de alto valor añadido y alta tecnología, utilizando su impresionante influencia financiera e industrial para proyectarse hacia "China 2025" y al liderazgo económico y técnico mundial.  Al mismo tiempo, el ascenso de China y los tropiezos de Occidente comenzaron a cambiar la política de China de mantener un perfil bajo en el frente internacional, y China comenzó a involucrarse en el tipo de retórica que más recientemente hemos visto en su diplomacia del guerrero lobo.

Los Estados Unidos se lo tomaron muy mal.  Al parecer, de la noche a la mañana, China pasó de ser un socio junior relativamente dócil a un competidor advenedizo en la globalización liderada por los Estados Unidos, atreviéndose a desafiarlos por su cuota de mercado, inclusive en campos de alta tecnología como los teléfonos celulares y el 5G.  La presencia china en África y el desarrollo de la iniciativa de la Franja y de la Ruta representaron una competencia aún más inesperada.  La comunidad estratégica de los Estados Unidos culpó de estos acontecimientos al fracaso de la política de “compromiso” de los Estados Unidos, y además responsabilizó al Partido Comunista Chino y a su nuevo líder, Xi Jinping, e intentó  abrir una brecha entre el pueblo y el Partido (una variación del tema de la "evolución pacífica").  La guerra comercial de Trump marcó el comienzo de una "Nueva Guerra Fría" lanzada por los EE.UU., cuyo objetivo es "contener" a China.

Jiang podría haber contado esta historia a través de la lente de "la misma cama, diferentes sueños", la expresión china que describe a las personas que tienen diferentes puntos de vista sobre una experiencia compartida, pero como marxista y antioccidentalista no lo hace.  En su relato, los Estados Unidos han tratado de acorralar a China con sus planes de construcción de un imperio mundial desde sus primeras relaciones diplomáticas tras la Guerra del Opio.  Si esto no convence a la mayoría de los lectores estadounidenses, Jiang no se muestra perturbado, porque su público, una vez más, son los intelectuales chinos. 

El objetivo principal de su ensayo es convencer a éstos, muchos de los cuales son liberales de uno u otro tipo, que están preocupados por el estado actual de las relaciones chino-americanas,  que lo que está sucediendo es inevitable y es algo bueno.  Alternadamente los intimida, en un lenguaje con claros matices maoístas, acusándolos de haberse ablandado a medida que sus vidas se han vuelto más fáciles, y los tranquiliza con halagos relativos a la libertad que acompañará a la era post-estadounidense. 

¿Cómo sé que se dirige a los intelectuales?  Porque cita en sus argumentos finales a Fareed Zakari y sobre todo a Samuel Huntington, y no a Mao, ni siquiera a Xi, para explicar claramente su punto de vista.  Huntington, un conservador cultural, es extrañamente querido por muchos intelectuales chinos, incluso por los liberales chinos (ver aquí, por ejemplo).  Así leo la conclusión del ensayo de Jiang como una rama de olivo, una llamada que busca movilizar a los intelectuales chinos para que renuncien a sus sueños americanos y vuelvan a la patria.  Huntington dijo que estaba bien.  Sus últimos párrafos, en los que admite que China puede aprender de Occidente y que debe seguir mejorando su poder tanto duro como blando, si espera inspirar la emulación internacional, confirman que este es Jiang en modo "inclusivo" (porque tales temas son música para los oídos de los liberales).

Por supuesto otras lecturas son posibles.  El texto de Jiang es muy largo (aquí hay una versión en pdf para aquellos que prefieren no leer textos largos en línea) y contiene muchos desvíos.  Visiones chinas competitivas de las relaciones sino-americanas, que encuentro generalmente más claras y convincentes, están disponibles aquí y aquí.  Pero a Jiang siempre vale la pena leerlo, tanto por sí mismo como por su cercanía al liderazgo central de China.

Citas favoritas

“Se podría decir que los 16 años transcurridos entre 1993 y 2009, cuando Clinton y George H. W. Bush estaban en la Casa Blanca, fueron los años dorados de una relativa distensión política y una estrecha cooperación económica entre China y los Estados Unidos.  Y los diez años entre 2008, cuando China celebró los Juegos Olímpicos, y 2018, cuando Trump inició su guerra comercial contra China, fueron la década crucial en la que China y los Estados Unidos continuaron cooperando económicamente y buscaron encontrar una nueva relación política.  Y fue durante esta década crucial que los EE.UU. decidieron que su política de compromiso con China había sido un fracaso.  Una razón importante por la que Trump fue elegido presidente fue el fracaso de esta política, que se identifica con los liberales y con el partido demócrata.”

“Durante la larga historia de la Guerra Fría, la perestroika y la glasnost de Gorbachov cayeron en la trampa de la estrategia americana de evolución pacífica, porque promovieron la privatización económica, la liberalización intelectual y la democratización política, lo que condujo a la rápida desintegración de la URSS.  En el decenio de 1980, China también emprendió reformas del sistema económico y del sistema político, y de manera similar se encontró con la evolución pacífica.  Afortunadamente, China logró forjar este difícil paso manteniendo la estabilidad política y la unidad nacional.  El colapso de la URSS fue una advertencia conveniente, que permitió a China seguir siendo muy sensible a las posibilidades de evolución pacífica mientras continuaba su proceso de desarrollo económico.  No obstante, los Estados Unidos nunca renunciaron a su estrategia china de evolución pacífica, para la cual la Reforma y la Apertura y el desarrollo de la economía de mercado proporcionaron una sólida base social.”

“La crisis financiera mundial de 2008 puso de manifiesto la debilidad de la economía china en su excesiva dependencia de las exportaciones, porque aunque el Gobierno chino hizo todo lo posible por mantener una elevada tasa de crecimiento económico mediante el gasto en inversiones, el modelo de desarrollo económico de ‘China como la fábrica del mundo’, basado en enormes importaciones y enormes exportaciones, estaba encontrando dificultades.  En primer lugar, el ‘dividendo poblacional’ del que depende la industria manufacturera de baja gama, que requiere mucha mano de obra, estaba desapareciendo gradualmente, y había enormes debates sobre la aplicación de leyes laborales para proteger los derechos de los trabajadores, todo lo cual significaba que el costo de la mano de obra en China aumentaba continuamente, al punto que, de vez en cuando, había ‘escasez de mano de obra’ en la costa del sur de China.  Además, la fabricación de baja gama utiliza grandes cantidades de materias primas, crea contaminación ambiental y otros problemas sociales, lo cual significa que depender exclusivamente de este tipo de producción con uso intensivo de mano de obra no es sustentable y que si la economía de China debe continuar manteniendo un desarrollo estable y saludable debe mejorar su estructura industrial.”

“Como dijo Bannon, si los EE.UU. permiten a China alcanzar sus objetivos en tecnologías de vanguardia como se indica en ‘Creado en China 2025’, ‘La Franja y la Ruta’ y ‘5G’, entonces China se convertirá primero en la superpotencia de alta tecnología de la revolución de la información, después en una superpotencia económica y finalmente en una superpotencia financiera.  Una vez que China logre estos objetivos, la hegemonía financiera americana construida sobre el sistema del dólar americano colapsará.  En opinión de Bannon, los EE.UU. tienen cinco años más o menos para detener el desarrollo de China, lo que significa que nada es más importante que el lanzamiento de una guerra económica contra China.  Si América pierde esta oportunidad, será muy difícil corregir las cosas en el futuro.  Como resultado, Bannon no sólo apoyó a Trump en sus ataques contra Huawei, sino que argumentó que restringir y sancionar a Huawei no era suficiente; las empresas chinas deberían ser expulsadas del sistema económico y financiero mundial dominado por los Estados Unidos.

A nadie le gusta la retórica extrema como la de Bannon, pero son precisamente declaraciones como la suya las que sacan a la luz la realidad de la política.  La política no es como la moral, y debe incluir luchas desnudas por intereses y disputas de poder, el dominador y el dominado, el gobernante y el gobernado, todo ello resultado de la lucha y la competencia, los eternos temas de la política.  La razón por la que las palabras de Bannon o Trump pueden tener un impacto tan grande en el pueblo es porque estas palabras hablan del miedo de los americanos al desarrollo de China, y es este miedo el que ha llevado a la relación chino-americana a una trampa de Tucídides.  Lo que significa a su vez que China debe enfrentar esta cada vez más urgente guerra comercial, financiera, geopolítica e incluso militar.”

“De hecho, China había anticipado durante mucho tiempo que los EE.UU. cambiarían su estrategia hacia China.  En el informe del 19º CNP, "lucha" llegó a ser una de las principales palabras clave de todo el documento.  Esto equivalía a anunciar, antes de los hechos, el punto de vista político de China en relación con las medidas de ataque que los Estados Unidos estaban preparando: atreverse a luchar, nunca rendirse.  Independientemente de esto, incluso después de la conclusión del 19º PCN, mucha gente todavía no podía entender el significado oculto de ‘lucha’, al punto que cuando los EE.UU. sancionaron al ZTE y comenzaron una guerra comercial contra China, muchos echaron la culpa a la propaganda de alto perfil que surgió en la opinión pública china después del 19º PCN, y no vieron la contradicción estructural planteada por la trampa de Tucídides, hacia la que se dirigían las relaciones chino-estadounidenses.

No fue hasta que las exigencias estadounidenses en la guerra comercial se hicieran cada vez más costosas, y especialmente con el arresto infundado de Meng Wanzhou y por el nudo interés de los ataques estadounidenses a Huawei, que la cruel realidad comenzó a calar en el pueblo chino, llevando a muchos de ellos a cambiar su actitud y a darse cuenta de que en ausencia de una serie de esfuerzos minuciosos y  proactivos emprendidos desde 2012, en ausencia del fuerte liderazgo del Partido y del sólido y decidido liderazgo en el núcleo del Partido, China simplemente no estaría en posición de hablar con calma sobre una ‘guerra prolongada’ del modo en que lo está haciendo hoy.”

Traducción de Cristina Reigadas, David Ownby y DeepL

En mayo de 2020, el Departamento de Estado de los Estados Unidos publicó el informe "Enfoque Estratégico de los Estados Unidos respecto de la República Popular China", en el que se señalaba claramente que "Desde que los Estados Unidos y la República Popular China (RPC) establecieron relaciones diplomáticas en 1979, la política de los Estados Unidos respecto de la RPC se basó en gran medida en la esperanza de que la profundización del compromiso estimularía una apertura económica y política fundamental en la RPC y conduciría a su surgimiento como un actor mundial constructivo y responsable, con una sociedad más abierta.  Más de 40 años después, se ha hecho evidente que este enfoque subestimó la voluntad del Partido Comunista Chino (PCC) de limitar el alcance de la reforma económica y política en China... El rápido desarrollo económico de la RPC y su creciente compromiso con el mundo no condujeron a la convergencia con el orden libre y abierto centrado en el ciudadano que los Estados Unidos habían esperado".

A pesar de las persistentes críticas de la opinión pública estadounidense a la política de compromiso del gobierno con China, desde el comienzo de la guerra comercial entre ambos países - política que se ha convertido en una de las principales razones de los ataques de los conservadores a los liberales en el contexto de la campaña de reelección de Trump- , la admisión abierta, en un documento del gobierno, de que la política estadounidense hacia China en la era de la Reforma y la Apertura ha sido un fracaso, sugiere al menos que después de las torpezas de la administración Trump en la guerra comercial ente ambos, los EE.UU. han desarrollado una nueva estrategia para hacer frente al ascenso chino.  Este informe, junto con el Informe de Seguridad Nacional de EE.UU. de 2017, puede ser visto con razón como una declaración programática de una nueva política de EE.UU. hacia China.

El surgimiento de una nueva estrategia americana confirma de hecho una conclusión básica a la que han llegado observadores e incluso gente común en todo el mundo en los últimos años: la relación China-Estados Unidos no puede volver a su estado anterior.  En ese caso, ¿cuáles son las perspectivas de una nueva relación chino-estadounidense?  ¿Cuál es finalmente la nueva estrategia americana?

De hecho, los argumentos relativos al "desacoplamiento", la "trampa de Tucídides", la "nueva guerra fría" y el "choque de civilizaciones" hace tiempo que han pasado a formar parte del discurso público de los Estados Unidos, y si bien éstos mencionan diferencias de "principios" ideológicos al iniciar su nueva guerra fría, su punto de partida es la defensa de los intereses nacionales "realistas" de los Estados Unidos y que, en este contexto de competencia, los Estados Unidos seguirán cooperando con China cuando esa cooperación esté de acuerdo con sus propios intereses nacionales.

Así como este informe gubernamental anuncia el fracaso de la política de compromiso de Estados Unidos con China, también señala que el ideal de Estados Unidos de construir un nuevo Imperio Romano en el mundo posterior a la Guerra Fría ha fracasado también en la realidad, por lo que Estados Unidos planea ahora contener a China a través de un sistema atlántico y un sistema de alianzas indo-pacífico.  Esto a su vez significa que el llamado "desacoplamiento de la relación chino-estadounidense" no será meramente técnico e industrial, sino que requerirá una reconfiguración geopolítica. 

En este sentido, podemos decir que la bancarrota del sueño americano de construir un nuevo Imperio Romano y el fracaso de su política de compromiso fueron dos caras de la misma moneda, porque no pudieron conquistar China, no pudieron obtener el apoyo de China y América no pudo construir su imperio mundial.  En este punto, todos los gobiernos americanos han sido claros desde que los Estados Unidos establecieron su presencia en Asia.  Desde 1949, cuando el gobierno americano preguntó "¿Cómo perdimos China?" hasta 2018, cuando la pregunta se convirtió en "¿Cómo juzgamos equivocadamente a China?", la lógica subyacente ha sido la misma.

Entonces, ¿cómo llegaron las relaciones chino-americanas a su estado actual?  ¿Cómo debemos entender la relación chino-americana anterior?  ¿Por qué la política americana hacia China cambió tan drásticamente?  ¿Cómo deberíamos responder en última instancia a la nueva Guerra Fría lanzada por los americanos?  En el contexto de la configuración global de poder, ¿cómo deberíamos posicionar y construir una nueva relación chino-americana?  Estas son preguntas que nuestra época debe considerar y enfrentar.

En este ensayo se traza un cuadro básico de las relaciones chino-estadounidenses desde la Reforma y la Apertura, argumentando que para entender el cambio estructural en las relaciones entre Estados Unidos y China desde la política inicial de compromiso amistoso hasta la política de contención de la nueva Guerra Fría, debemos prestar una profunda atención a la década clave de 2008-2018 que determinó la dirección de las relaciones entre Estados Unidos y China.  En 2008, cuando estalló la crisis financiera en Occidente, China celebró los Juegos Olímpicos de Beijing, un acontecimiento que cautivó al mundo entero y que a menudo se toma como una señal del ascenso de China; en 2018, Trump inició la guerra comercial entre los Estados Unidos y China, señalando el cambio básico en la relación.

Para Estados Unidos, la razón por la que esta década fue crítica fue porque el gobierno de Obama había intentado, en el transcurso de estos diez años, adecuar sus políticas internas y externas; para China, fue una década de transición en el liderazgo central y de redefinición de su línea política, y también fue crítica porque fue una década de despliegue activo de la "gran lucha".  Detrás de estos cambios en la línea política y en la política nacional que se producen simultáneamente en ambos países se esconden una serie de cuestiones compartidas sobre el futuro: ¿Qué significaría el ascenso de China para el orden mundial?  ¿Esperaba América utilizar la política de compromiso y las "revoluciones de color" para llevar a China al nuevo Imperio Romano de América, redefiniendo la relación chino-americana como una alianza de "amo y discípulo", mientras que China definía la relación como la de “socios iguales" en una "nueva relación de grandes potencias"? 

Se podría decir que, dadas las enormes diferencias en la forma en que los dos países veían el mundo futuro, era inevitable que llegaran al punto muerto actual.  Por esta razón, el futuro de las relaciones sino-estadounidenses se decidirá en gran medida por la forma en que, avanzando, ambas partes imaginen el mundo futuro.  En otras palabras, la forma en que nosotros los chinos imaginemos el mundo futuro tendrá un impacto directo en la construcción de las relaciones chino-americanas. 

El mandato de la historia: La intersección de los destinos de China y América

En cierto sentido, la década entre la "polémica sino-soviética"[2] de 1963 y la visita de Nixon a China en 1972 puede considerarse como la década crítica que decidió el destino de las relaciones sino-soviéticas y del orden mundial en general.  Esta década cambió profundamente la historia de la Guerra Fría, tanto en términos geopolíticos como ideológicos, estableciendo los fundamentos políticos para el fin de la Guerra Fría.  Fue precisamente en este contexto que, después de 1978, la China de la época de las reformas entró de lleno en el sistema capitalista mundial dirigido por los Estados Unidos, en el mismo momento en que la URSS entró en la era de la perestroika y la glasnost

En otras palabras, tanto la URSS como China se encontraron inesperadamente con el fin de la Guerra Fría.  La Reforma y la Apertura en la Unión Soviética no sólo condujo al colapso del socialismo en Europa del Este, sino también a la desintegración del Imperio Soviético, dando a los Estados Unidos la oportunidad de construir su imperio mundial.  A través de la Operación Tormenta del Desierto, los Estados Unidos demostraron perfectamente su idea de un nuevo orden mundial posterior a la Guerra Fría, una era de imperio mundial.  La descripción tradicional utilizada por los principales estudiosos de las relaciones internacionales fue la de "mundo unipolar" o la de Estados Unidos como "única superpotencia".

Sin embargo, como sugiere el clásico comentario de Bill Clinton a George H. W. Bush en la campaña presidencial de 1992 "¡Es la economía, estúpido!"[3] ,en la construcción de su imperio mundial, los Estados Unidos no sólo se basaron en la conquista militar, sino sobre todo en el establecimiento de control a través de medios económicos.  En consecuencia, la estrategia global de la administración Clinton fue pasar de la expansión y el control militar a la expansión económica en todo el mundo, integrando así el mundo entero al sistema económico gobernado por los Estados Unidos.

En la estrategia económica mundial de los Estados Unidos, China era el mayor mercado con el mayor potencial, y por esta razón, la cuestión de la apertura del mercado de China y el logro del control económico de China se convirtió en el núcleo de la estrategia de expansión económica de la administración Clinton.  Además, la estrategia estadounidense encajó inesperadamente con la estrategia de China de desarrollar su propia economía de mercado en el período posterior a la "Gira del Sur" de Deng Xiaoping en 1992, que marcó el regreso a priorizar la economía.  Ello se debe a que, tras haber atravesado un período de dificultades en 1989, China mantuvo su estabilidad política interna, continuando en la escena internacional su política de bajo perfil ", aun cuando impulsaba un rápido desarrollo económico.  Como resultado, en la década de 1990, los gobiernos chinos, desde el nivel central hasta los niveles locales, parecían convertirse en una enorme empresa enfocada cotidianamente en las cifras económicas en rápida expansión.

Con este telón de fondo de la transformación económica en ambos países, la relación política sino-americana mantuvo un alto nivel de cooperación en términos económicos, a pesar de la existencia de diferencias ideológicas e incluso conflictos políticos de diversa índole.  Por una parte, el exceso de capital y tecnología de los Estados Unidos fue un complemento natural de la mano de obra barata y el vasto mercado de China; por la otra y, lo que es más importante, en el contexto de la privatización de las empresas estatales chinas, los inversores extranjeros de los Estados Unidos podían adquirir fácilmente cualquier número de empresas de alta calidad, cosechando así beneficios inimaginablemente enormes.  Esa cooperación económica impulsó la economía y el nivel de vida de los Estados Unidos a cotas de prosperidad sin precedentes, impulsando a la vez el crecimiento económico de China a gran velocidad. 

Se podría decir que la estrategia política internacional de China de mantener un perfil bajo hizo posible la ambición estadounidense de construir un imperio mundial.  China se puso del lado de los Estados Unidos de manera constante y cautelosa en las grandes empresas internacionales, y la estrategia económica de China de Reforma y Apertura encajó perfectamente con la estrategia estadounidense de expansión económica mundial y el establecimiento de la hegemonía económica.  De este modo, la era Clinton se transformó en la edad de oro de la estrategia estadounidense posterior a la guerra fría de construcción de un imperio mundial a través de la globalización, aunque China merezca el crédito por una buena parte de lo que Estados Unidos logró. 

El crecimiento del poder económico de los Estados Unidos alentó aún más sus ambiciones políticas posteriores a la Guerra Fría para construir su nuevo imperio romano, y cuando George W. Bush llegó al poder, bajo la influencia del pensamiento político neoconservador, llegó a definir a China como un enemigo político e ideológico, el objeto del "fin de la historia".[4] Esto dio lugar en última instancia a acontecimientos como el incidente de la isla de Hainan en abril de 2001, cuando aviones militares estadounidenses y chinos chocaron sobre el Mar de la China Meridional.  Inmediatamente, China y los Estados Unidos se vieron enfrentados a tensiones políticas y militares sin precedentes. 

Sin embargo, después del 11 de septiembre, los Estados Unidos no tuvieron más remedio que modificar su estrategia, lanzando una "nueva cruzada" contra el mundo islámico que duró una década.  En este contexto, China estuvo a punto de convertirse en el socio estratégico de los Estados Unidos, especialmente porque el vigoroso crecimiento económico de China siguió alimentando su prosperidad económica proporcionando amplios recursos económicos para la construcción del imperio estadounidense.  Incluso después de que el sistema capitalista mundial dirigido por Estados Unidos cayera en la crisis de 2008, el continuo crecimiento económico de China ayudó al mundo capitalista occidental a atravesar la crisis, hasta el punto de que algunos estudiosos sostienen que el rápido crecimiento económico de China durante este período "salvó al capitalismo occidental".

En este contexto, China y los Estados Unidos establecieron gradualmente líneas algo separadas, aunque paralelas, en términos de política y economía.  A pesar de las diversas diferencias en cuanto a intereses políticos e ideología, la estrecha cooperación económica entre ambos les permitió resolver con éxito sus diferencias.  China incluso aprendió gradualmente a aprovechar la fuerza de la industria y el comercio estadounidenses para involucrarse en el lobby político y, mediante concesiones económicas, redujo la presión política y militar que los Estados Unidos ejercían sobre China en cuestiones como los derechos humanos, Taiwán, Hong Kong y el Mar del Sur de China. 

Como resultado, durante un tiempo vimos el aumento en la opinión pública china de la idea de China y los EE.UU. como "marido y mujer 中美夫妻论" debido a la cooperación económica y la complementariedad entre ambos, y de la teoría del "lastre 压舱石”, lo que significa que si las relaciones comerciales entre China y los EE.UU. fueran estables, entonces la relación general entre China y los EE.UU. también lo sería.

Sin embargo, desde la perspectiva estratégica americana, el "lastre" de la relación comercial sino-estadounidense estaba al servicio de la estrategia global americana de construir un nuevo Imperio Romano.  La enorme guerra que los americanos lanzaron contra el Islam necesitaba no sólo el apoyo político de China, sino también, y más importante aún, su apoyo económico.  Mientras que América se metía en guerra contra el Islam, China continuaba su rápido desarrollo económico, manteniendo aun un bajo perfil internacional.  Esto fue especialmente cierto después de 2008, cuando la crisis financiera provocó una contracción económica en los Estados Unidos mientras que el rápido crecimiento de China continuaba.

El tira y afloja entre el poder económico chino y el estadounidense llegó finalmente a un punto de inflexión que destruyó el equilibrio anterior.  No sólo los inversores americanos en las industrias chinas sintieron el cambio de actitud hacia ellas por parte de los funcionarios chinos locales, sino que en los medios de comunicación públicos pudimos ver a los empresarios chinos atreverse a dar clase al Presidente Trump,[5] argumentando que la razón del declive de la infraestructura básica americana era un resultado del gasto militar de los Estados Unidos.  La arrogancia de algunos funcionarios y empresarios locales chinos ilustraba de hecho que no comprendían realmente la naturaleza de la relación chino-estadounidense.  No habían comprendido que cuando el crecimiento económico chino alcanzara cierto punto de inflexión que pareciera desafiar al nuevo Imperio Romano de los Estados Unidos, el "lastre" de la relación anterior también habría desaparecido. 

De ahí que lo que frustró a muchos chinos es la cuestión de por qué muchos empresarios e industriales estadounidenses que habían hecho fortunas en China, no pidieran, como en el pasado, que el gobierno estadounidense adoptara políticas económicamente favorables hacia China, y que, en cambio, apoyaran al Presidente Trump cuando éste inició su guerra comercial.  Había factores económicos involucrados, ya que estos empresarios americanos en China estaban sintiendo la presión de los gobiernos y de las chinas, presión que impedía que obtuvieran los mismos enormes beneficios que una vez habían tenido, pero el factor más importante no era económico, sino político.

En cuanto a las personas que se aferran a la teoría del "lastre económico" de las relaciones sino-americanas, si siguen creyendo que la protección política del imperio mundial puede obtenerse mediante el "tributo" económico, los conservadores americanos responderán con palabras similares a las de Bill Clinton: "¡Es la política, estúpido!" La verdadera explicación del cambio en las relaciones sino-estadounidenses se encuentra en el cambio de intereses políticos desencadenado por los cambios económicos, o para decirlo más claramente:  El ascenso de China amenaza la estrategia de EE.UU. de construir un imperio mundial.  En consecuencia, la forma de integrar una China en ascenso económico a la política americana de imperio mundial se convirtió en la clave para modificar la política de EE.UU. hacia China.

En 2008, China organizó los espectaculares Juegos Olímpicos de Pekín, lo que permitió a Occidente ver por primera vez la cara del ascenso de China.  La comunidad estratégica estadounidense comenzó a examinar los éxitos y fracasos de la estrategia de globalización de los Estados Unidos.  Muchos de estos pensadores examinaron los errores estratégicos de Estados Unidos desde el 11 de septiembre, argumentando que los neoconservadores habían invertido demasiado en su cruzada ideológica contra el Islam, poniendo toda su fuerza en la guerra contra el terrorismo e ignorando el ascenso económico y geopolítico de China.  Este punto de vista se convirtió más o menos en la corriente principal que presionaba por un cambio en la estrategia de los Estados Unidos.  En consecuencia, la estrategia del imperio mundial americano pasó una vez más del mundo islámico a buscar una respuesta al ascenso de China.

Así, en 2009, la administración Obama anunció la retirada de las tropas estadounidenses de Irak, y después del ataque a Osama Bin Laden en 2011, la retirada de las tropas de Afganistán.  En 2011, la administración Obama anunció su estrategia de “giro hacia Asia", y en 2012 su "estrategia de reequilibrio de Asia y el Pacífico", tras la cual Estados Unidos desplegaría gradualmente el 60% de sus buques de guerra en el Pacífico.  En 2014, los Estados Unidos incluso incitaron a Filipinas a solicitar un arbitraje internacional sobre el Mar de la China Meridional para presionar a China sobre el tema.  Ese mismo año, se produjo el "Movimiento del Girasol" en Taiwán, seguido del "Movimiento de los Paraguas" en Hong Kong y de graves atentados terroristas en Yunnan y Xinjiang.  Evidentemente, la razón por la que los EE.UU. participaron en esta serie de acciones fue para restringir el ascenso de China.

Sin embargo, estas medidas estratégicas estadounidenses no tuvieron un efecto claro en China, cuya economía siguió creciendo, en particular en su capacidad industrial, especialmente visible en el espectacular crecimiento de las empresas de alta tecnología e Internet.  En el frente político, una nueva generación de dirigentes gestionó sin problemas la transición y, mediante una serie de reformas políticas y jurídicas, consolidó el liderazgo del Partido en diversas empresas nacionales. 

En el frente militar, China no sólo comenzó a construir portaaviones sino que, de mayor importancia aún, construyó islas en el Mar de China Meridional con fines de despliegue militar estratégico, rompiendo así el control absoluto de los Estados Unidos sobre el Estrecho de Malaca, al tiempo que desplegaba constantemente nuevo material militar. 

En el frente geopolítico, China construyó un nuevo panorama político mediante la Iniciativa de "La Franja y la Ruta" y el Banco Asiático de Inversiones en Infraestructuras (BIA). 

Y en el frente ideológico, China presentó una versión modernizada de la "solución de China 中国方案", así como el concepto de una "comunidad de destino común 类命运共同体". Todo esto representaba claramente un desafío básico para el proyecto americano de imperio mundial. 

Con este telón de fondo, la administración Trump llevó a cabo una revisión exhaustiva de la respuesta política de la administración Obama a China en el contexto de su estrategia de imperio mundial.  A los ojos de la administración Trump, la razón del fracaso de la administración Obama fue su excesiva dependencia del multilateralismo tradicional, que había llevado a los Estados Unidos a asumir obligaciones y responsabilidades internacionales demasiado pesadas, todo lo cual llevó a la política estadounidense hacia China a una postura contradictoria. 

Por un lado, los Estados Unidos esperaban contener a China, pero por otro lado los Estados Unidos no podían evitar depender de China económicamente, y esta dependencia económica no podía sino reducir la contención política.  Esto condujo al lema de la administración Trump de "hacer grande a América de nuevo", que cambió el enfoque de la estrategia hacia la economía, transformando la dependencia de la administración Obama hacia China en la guerra comercial de Trump y otros ataques, con la esperanza de mantener la hegemonía mundial de América a través de la estimulación de la economía de EE.UU.

Se podría decir que los 16 años transcurridos entre 1993 y 2009, cuando Clinton y George H. W. Bush estaban en la Casa Blanca, fueron los años dorados de una relativa distensión política y una estrecha cooperación económica entre China y los Estados Unidos.  Y los diez años entre 2008, cuando China celebró los Juegos Olímpicos, y 2018, cuando Trump inició su guerra comercial contra China, fueron la década crucial en la que China y los Estados Unidos continuaron cooperando económicamente y buscaron encontrar una nueva relación política.  Y fue durante esta década crucial que los EE.UU. decidieron que su política de compromiso con China había sido un fracaso.  Una razón importante por la que Trump fue elegido presidente fue el fracaso de esta política, que se identifica con los liberales y con el partido demócrata. 

Con este propósito, los liberales estadounidenses comenzaron a preguntarse por qué China no había estado a la altura de las “expectativas americanas”, inclusive volvieron a los esfuerzos de George Marshall durante la Segunda Guerra Mundial para mediar entre el Partido Comunista y el Partido Nacionalista gobernante de China, y a examinar la sobreestimación que hicieron las sucesivas administraciones estadounidenses de sus habilidades para influir en el futuro de China.
 
Sin embargo, desde la perspectiva de los conservadores estadounidenses, todo esto no hizo sino demostrar el fracaso de la estrategia de los liberales en China.  Este fracaso no sólo ha estimulado a los conservadores estadounidenses a tratar de recuperar el poder recalentando la cuestión de China, sino que también ha privado a los liberales estadounidenses de voz y liderazgo en esta cuestión.  Cuando los académicos liberales estadounidenses se unieron para hacer un llamamiento político al Presidente Trump en el sentido de que "China no es el enemigo"[6], los conservadores estadounidenses se comprometieron inmediatamente a apoyar la firme postura de Trump sobre China, siendo en absoluto de menor importancia entre otras cosas, porque "los partidarios de la Escuela de Compromiso con China no dejaban de decir a los responsables políticos estadounidenses que China se convertiría en una 'parte interesada responsable' una vez que su modernización económica hubiera alcanzado un nivel suficiente"[7].  Por esta razón, si queremos entender el cambio en la política de EE.UU. hacia China, debemos entender la estrategia de compromiso de los liberales de EE.UU. hacia China durante esta década crítica.
 
"Evolución pacífica" y "Co-gobierno sino-estadounidense:" El "compromiso" estratégico de Estados Unidos con China

Cuando la administración Trump inició su guerra comercial con China, la comunidad estratégica de los Estados Unidos inició un debate sobre los errores de juicio acerca de China.  Esta discusión fue similar a la de "perder a China" después de la revolución de 1949, y revela la naturaleza permanente de la política de los Estados Unidos.  A partir del Tratado de Wanghia de 1844, que marcó la entrada de los Estados Unidos en la realidad de la China posterior a la Guerra del Opio, y especialmente desde que los Estados Unidos comenzaron a impulsar una política de "puertas abiertas" hacia China a finales del siglo XIX, los Estados Unidos ven a China como un peldaño hacia el imperio mundial. 

Con esta perspectiva, los Estados Unidos han hecho continuas inversiones políticas, económicas y culturales en China, con la esperanza de convertir a China en una fuerza política vinculada a los Estados Unidos, y aunque esta posición, al menos superficialmente, es la de una alianza estratégica entre iguales, de hecho la relación de China iba a ser la de un "estado vasallo" dentro de una estructura de "maestro-discípulo”.

En la imaginación estratégica americana, China es para América lo que la India fue para Gran Bretaña, una importante base para la construcción del imperio mundial.  Por esta razón, la discusión interna americana sobre "por qué perdimos a China" en 1949 fue de hecho un examen de por qué la política americana había apoyado al corrupto e incompetente Partido Nacionalista (Guomindang), lo que finalmente significó la pérdida de todos los privilegios especiales obtenidos desde el último período Qing. 

Y en 2017, la discusión americana de "cómo juzgamos equivocadamente a China" fue de hecho una discusión acerca de por qué la política americana de poner sus esperanzas en la liberalización interna china había fracasado, lo cual significó perder una mejor oportunidad de contener su ascenso.  Sólo si comprendemos el plan estratégico estadounidense para establecer un imperio mundial, comprenderemos que detrás de la guerra comercial sino-estadounidense, considerada como una competitiva trampa de Tucídides entre grandes potencias, hay una comparación más profunda en curso sobre las vías de desarrollo, los sistemas políticos, las tradiciones de las civilizaciones y la geopolítica.

Después de la Segunda Guerra Mundial, la existencia de las armas nucleares significó que la competencia entre grandes potencias sólo podía recurrir con gran dificultad a los conflictos armados, lo cual suponía, a su vez, que el ascenso y la caída de las grandes potencias debía ser realizada de nuevas formas, que se convirtieron en los métodos empleados durante la Guerra Fría.  No es que no hubiera guerras durante la Guerra Fría, pero tampoco hubo conflictos nucleares a gran escala; por el contrario, durante toda la Guerra Fría las grandes potencias utilizaron conflictos militares controlables y a pequeña escala llevados a cabo por apoderados.  

Al mismo tiempo, la guerra abandonó el campo de batalla, convirtiéndose en una forma más insidiosa de guerra total, es decir, una "evolución pacífica"[8] lograda a través de la competencia total y la infiltración constante en los ámbitos político, económico, científico, tecnológico, financiero y cultural.  Estas dos estrategias se convirtieron en las tácticas comúnmente empleadas durante la Guerra Fría, siendo la primera el encierro y la restricción, y la segunda el involucramiento y los incentivos.
 
Por esta razón, la importancia de la Guerra Fría no fue sólo la competencia entre el socialismo y el capitalismo como los dos caminos hacia la modernidad, sino que más importante fue la competencia entre dos estrategias imperialistas.  En su mayor parte, la URSS empleó medios militares bastante primitivos, violentos y coercitivos, mientras que los EE.UU. utilizaron las más modernas y sutiles estrategias de compromiso e incentivo para guiar una evolución pacífica, esperando al final ganar sin tener que luchar. Una simple comparación de cómo la URSS influyó en China después de 1949 y cómo los EE.UU. influyeron en China durante el período de Reforma y Apertura será suficiente para ver claramente las enormes diferencias en los métodos empleados por estos dos constructores de imperios mundiales.

La reforma del sistema y la estrategia de evolución pacífica

La estrategia estadounidense de evolución pacífica se basa, de hecho, en un conjunto de simples teorías de modernización -la economía privada y el mercado- según las cuales se comienza por promover el surgimiento de la sociedad civil y la liberalización de los valores culturales, lo que luego conduce a la liberalización política en forma de un sistema multipartidista.  Sin embargo, una vez que se haya producido esta democratización, toda la competencia política se decidirá por la fuerza del capital.  Como Lenin señaló hace mucho tiempo, la verdadera naturaleza del capitalismo multipartidista es en realidad un sistema de un solo partido bajo el control de la clase burguesa. 

A través del control del capitalismo global, América puede controlar la ideología, la fuerza política, y finalmente establecer un imperio mundial con Wall Street a la cabeza.  Por supuesto, el sistema financiero de Wall Street debe ser respaldado por una fuerza militar capaz de controlar el mundo entero.  El imperio mundial construido por los liberales estadounidenses tiene muchos nombres bonitos, como "el imperio de la libertad", "el imperio de las finanzas", "el imperio del capitalismo", "el imperio de los derechos humanos", "el imperio de la democracia", etc., pero todos ellos son aspectos particulares del nuevo Imperio Romano, que se basaba únicamente en la violencia, pero que adopta un enfoque más complejo, abstracto, elaborado y polifacético. Estas múltiples técnicas funcionan en conjunto para conformar la estrategia de la evolución pacífica.

Durante la larga historia de la Guerra Fría, la perestroika y la glasnost de Gorbachov cayeron en la trampa de la estrategia americana de evolución pacífica, porque promovieron la privatización económica, la liberalización intelectual y la democratización política, lo que condujo a la rápida desintegración de la URSS.  En el decenio de 1980, China también emprendió reformas del sistema económico y del sistema político, y de manera similar se encontró con la evolución pacífica.  Afortunadamente, China logró forjar este difícil paso manteniendo la estabilidad política y la unidad nacional.  El colapso de la URSS fue una advertencia conveniente, que permitió a China seguir siendo muy sensible a las posibilidades de evolución pacífica mientras continuaba su proceso de desarrollo económico.  No obstante, los Estados Unidos nunca renunciaron a su estrategia china de evolución pacífica, para la cual la Reforma y la Apertura y el desarrollo de la economía de mercado proporcionaron una sólida base social.

Desde el punto de vista económico, el desarrollo de la economía de mercado en China creó rápidamente una poderosa clase comercial, que formó estrechas relaciones con los capitalistas occidentales.  Los más poderosos de ellos dependían en gran medida de financistas capitalistas occidentales, constituyendo una clase de compradores transnacionales e invisibles.  Esta clase de personas adoraba la cultura occidental, se identificaba con el mundo occidental, y empleaba el capital financiero y el poder del gobierno para extraer altos beneficios monopolísticos.  Esta clase penetró profundamente en los medios de comunicación, la educación y otros campos, en un intento de controlar el poder para dirigir la dirección del desarrollo cultural de China, y además esperaba obtener aún más riqueza y poder directo a través de la privatización y la democratización.

A modo de comparación, tras la proclamación por el Partido Comunista de la política de los "Tres Representantes"[9] en 2002, la mayoría de los empresarios industriales privados se han preocupado constantemente por su "trato político", buscando seguridad política para sus propiedades y operaciones de mercado.  Con este fin, los empresarios privados han ingresado cada vez más en el establecimiento político a través de la Federación de Industria y Comercio, la Asamblea Consultiva Política y el Congreso del Pueblo y el Congreso del Partido a todos los niveles.  En un momento dado, la capacidad de los empresarios privados para entrar en el Comité Central se consideró inclusive como un parámetro para el trato político de los empresarios privados. 

Por supuesto, ver a toda la clase de empresarios privados como una fuerza que empuja a la democratización, no sólo es erróneo a nivel teórico sino que también es políticamente inmaduro.  De hecho, la mayoría de la clase empresarial privada espera que la política china se mantenga estable, y espera especialmente que un gobierno estable pueda contener la tendencia populista que trae la democracia.  Sin embargo, como el desarrollo de la economía empresarial privada en China depende en gran medida del capital y la tecnología externos, no sólo es explotada por las fuerzas del capital, sino que también sufre la presión de las empresas estatales, y no tiene la capacidad de participar en los debates de política nacional sobre la economía virtual frente a la economía real.  En ausencia de una opinión pública y una educación política adecuadas, este sector puede convertirse en una fuerza de evolución pacífica.

Desde el punto de vista político, el proceso de reformas económicas que condujo a la mercadización produjo enormes cambios en los valores culturales de toda la sociedad, y muchos funcionarios se volvieron cada vez más corruptos.  O bien se dedicaron a la búsqueda de rentas por iniciativa propia o fueron "acosados" por las empresas, lo cual condujo a la creación de "intereses de amigos" con la clase empresarial, al punto que el desarrollo económico de China ha sido criticado como "capitalismo de amigos".  Esta colusión entre el gobierno y las empresas ha dado lugar a la formación de diversas camarillas 山头, pandillas y grupos de interés, con las fuerzas del capital infiltrándose constantemente en el Partido y el gobierno, tejiendo y apoyando sus propias redes de interés, e incluso buscando sus propios agentes políticos. 

Muchas de las principales élites que tienen un alto poder y activos estatales están empezando a fantasear que, a través de la privatización y la democratización política, pueden dividir los activos estatales de una manera aparentemente legítima y convertirse en poderosos magnates como los altos funcionarios de Rusia.  Como resultado, la "teoría del barco que se hunde 沉船论" difundida por la "cultura del círculo"[10] tiene el efecto de debilitar la situación política de muchos funcionarios, al punto de preparar una salida para ellos mismos, y enviar su capital, sus familiares y sus hijos al extranjero.  Algunos incluso hablan de "trajes vacíos [literalmente "funcionarios desnudos 裸官"]" que están allí sólo de nombre.  En la estricta campaña anticorrupción iniciada posteriormente por el Gobierno central, muchos funcionarios fueron castigados por perder la dirección y la voluntad política, por corrupción y duplicidad.

Desde una perspectiva intelectual, en el curso de la era moderna, la penetración estadounidense en la cultura china ha producido una clase estable de gente muy cercana a la cultura estadounidense.  Gente que cree en la ideología liberal y acepta las opiniones de los americanos sobre el "fin de la historia" y que, con el fervor religioso de "progresar un poco cada día", se une a la causa americana de la evolución pacífica.  Como resultado, el sistema de medios culturales controlado por el capital comercial y los intelectuales liberales predican sistemáticamente el relativismo de valores y el nihilismo histórico que les traen la libertad y la igualdad.  Estas tendencias culturales distorsionan y vilipendian sistemáticamente la historia del PCCh y de la Nueva China y, al tiempo que atacan y deconstruyen ampliamente los modelos morales y las imágenes heroicas establecidas por el Partido Comunista Chino, no escatiman esfuerzos para glorificar y difundir la nostalgia de la era republicana. 

Durante un tiempo, los "fans republicanos" se convirtieron en una tendencia cultural, de manera que “los chicos lindos de las ´boybands´”小鲜肉 se convirtieron en ídolos estéticos de los jóvenes.  En una palabra, toda la clase media cultural china se ha ido hundiendo cada vez más en la búsqueda de una vida de lujo y disipación. 

Aunque 2008 fue el año que marcó el ascenso de China, también fue el 30 aniversario de la Reforma y la Apertura.  Desde una perspectiva teórica, los liberales han utilizado los treinta años de Reforma y Apertura de Deng Xiaoping para negar los treinta años anteriores de construcción de la nación por parte de Mao Zedong, y sostienen que, sobre la base de los logros de la reforma económica, debemos apresurarnos a promover la reforma del sistema político, de lo contrario no sólo se estancará la reforma económica, sino que los resultados de las reformas económicas hasta la fecha serán difíciles de preservar. 

Esta parte de la opinión pública esperaba aprovechar el período crítico de transición de poder entre los líderes políticos de China para impulsar la reforma del sistema político, como los derechos humanos y la democracia constitucional, y hacer avanzar a China hacia la democratización.  En ese momento, las "revoluciones de color"[11] promovidas por los Estados Unidos en Asia Central y el Oriente Medio parecían estar teniendo éxito, sobre todo porque en la práctica esos movimientos se integraron con las fuerzas políticas internacionales y la tecnología de Internet para convertirse en un conjunto de manuales de capacitación altamente técnicos y normalizados para la subversión política de los gobiernos.  Con este telón de fondo, los liberales de China también empezaron a intentar utilizar las nuevas técnicas de Internet para organizar protestas públicas, e incluso el embajador de los Estados Unidos en China apareció en una protesta pública para testear una "revolución del color" en China.  En ese momento, el Movimiento del Girasol en Taiwán, la Revolución de los Paraguas en Hong Kong y el terrorismo de las fuerzas separatistas en Xinjiang ya ejercían una enorme presión sobre el desarrollo político de China en la periferia.

La propagación virulenta del capitalismo de mercado y su ideología hedonista en China evocó inevitablemente la reacción de lo que el historiador económico Karl Polanyi (1886-1964) llamó el "mecanismo de autodefensa social".  China vio el surgimiento de la "Vieja Izquierda", la "Nueva Izquierda" y los "Conservadores".  Se podría decir que esta década, de profunda cooperación económica entre China y los EE.UU., fue tanto la de una economía vibrante de China que se acercaba a los EE.UU., como un período de profundas divisiones en la economía, la sociedad, la política y la ideología cultural de China y, finalmente, un período en el que el autoconocimiento, la autoconciencia cultural y la confianza en sí misma de la China crecieron continuamente. 

Y es especialmente cierto que en la década crucial entre 2008 y 2018, no sólo las relaciones chino-americanas llegaron a una encrucijada, sino que la cuestión del futuro camino político de China también llegó a una encrucijada.  Por una parte, los llamados para impulsar la reforma del sistema político no sólo resonaron en el campo liberal, sino que también surgieron demandas públicas similares dentro del Partido, con el argumento de que sin reformas políticas, las reformas económicas no podrían continuar.  Por otra parte, la política de izquierda también estaba en ascenso, haciendo causa común con los conservadores culturales.  En este contexto de polarización ideológica y cultural, el Comité Central subrayó constantemente que "nunca seguiremos el camino heterodoxo de cambio de régimen" y "nunca seguiremos el viejo camino de ser cerrados y dogmáticos".  

Pero, ¿qué camino seguiría China en última instancia?  Las fuerzas políticas y las ideologías se entrelazaron y en un momento dado llegaron a un punto álgido.  Particularmente durante el período crucial de incertidumbre que rodeó la transición del liderazgo político en China antes de 2012, cuando los medios de comunicación y las fuerzas políticas de los Estados Unidos estaban profundamente involucrados en la transición del poder político en China y las noticias de la lucha política a menudo aparecían primero en los medios de comunicación occidentales y se intentaba influir en el curso de la política china a través de los informes de dichos medios.[12] Puede decirse que esta década fue una década clave no sólo en el desarrollo de la historia de China, sino también en la historia de las relaciones chino-estadounidenses, e incluso en la historia de la humanidad.

El Aliciente Estratégico de la "Gobernanza Conjunta Sino-Americana"

En esta década crítica, aunque el giro hacia Asia de la administración Obama se dirigía a China, no se adoptó todavía una política de confrontación directa y restricción como lo haría más tarde la administración Trump y, en su lugar, se empleó la política de aliciente estratégico conocida como evolución pacífica. La formulación de esta estrategia estaba ciertamente influida por la filosofía estadounidense de larga data de “evolución pacífica”, pero también estaba relacionada con la política interna de los Estados Unidos en ese momento. 

En 2008, la crisis financiera estalló en los Estados Unidos, lo que significó que éstos necesitaban urgentemente la ayuda y la cooperación de la economía china, pero lo más importante fue que el capital financiero estadounidense a esas alturas huía de la crisis en Occidente con la esperanza de obtener enormes beneficios en la vibrante economía en desarrollo de China.  Por esta razón, las fuerzas del capital occidental no querían tener nada que ver con una política de restricción.

Frente a esta oposición, la administración Obama quiso incluir a China en el multilateralismo, con la esperanza de encontrar un lugar apropiado para China en el imperio mundial liderado por Estados Unidos.  Por un lado, en términos económicos, promovieron el establecimiento de la Alianza Transpacífica, esperando utilizar las nuevas normas comerciales que los estadounidenses propondrían para obligar a China a aceptar al gobierno estadounidenses y por el otro, en términos políticos y militares, buscaron reconstruir el sistema de alianzas, fortaleciendo el cerco militar y político de China.  Se podría decir que esas políticas representaban una presión externa, pero el principal ajuste estratégico de la administración Obama fue establecer la agenda para la evolución pacífica interna de China y, al mismo tiempo, atraer a China al sistema imperial mundial liderado por los Estados Unidos marcando el rumbo de la relación entre ambos.

Por esta razón, en ese mismo momento, los responsables de la política americana propusieron una serie de nuevas ideas en el contexto de las relaciones sino-americanas.  Las más famosas fueron la noción del economista C. Fred Bergsten (n. 1941) de un "Grupo de Dos" (G-2), una relación especial informal entre China y los Estados Unidos, que podría conducir a una situación de "Co-Gobierno Chino-Estadounidense", así como la propuesta del ex presidente del Banco Mundial Robert Zoellick (n. 1953) de que los Estados Unidos hicieran de China un "actor responsable" en los asuntos internacionales.  También estaba la noción de "Chimérica" del historiador Niall Ferguson (n. 1964) y la idea de Henry Kissinger (n. 1923) de "Mundo del Pacífico", entre otras. 

Por un lado, estos conceptos reflejan el hecho de que los Estados Unidos habían comenzado a dar gran importancia a las relaciones sino-americanas debido al crecimiento de la fuerza económica de China, pero por el otro sirvieron como incentivos estratégicos para llevar a China a vincular sus propios intereses con los de los Estados Unidos, creando así una armonía de intereses en la que "salvar a los Estados Unidos significa salvar a China".  Se trataba de salvar el sistema de división del trabajo y cooperación en el que China exportaba y Estados Unidos importaba, China ahorraba y Estados Unidos consumía, y China fabricaba con financiación americana, para integrar eficazmente a China en el sistema imperial mundial dominado por Estados Unidos y convertirse en el "ancla del Lejano Oriente" (el término es de Brzezinski) en el control americano de Asia.  Dentro de esta configuración, incluso de haber surgido un "sistema del Pacífico" se habría basado en el "sistema del Atlántico".  La posición atribuida por los Estados Unidos a China sería como la de Gran Bretaña o Japón, la de un útil ayudante en la gestión del dominio americano del mundo.

Se podría decir que, ante el ascenso de China, promover una evolución pacífica de la política interna de China que la llevara a tomar el camino de la democracia e inducir a China a cooperar con los Estados Unidos a nivel internacional en forma de co-gobierno sino-americano eran dos componentes de la misma política estadounidense hacia China.  Una vez que se lograra la evolución pacífica de China, aparecería necesariamente en China un régimen político altamente dependiente de los Estados Unidos, que luego trabajaría eficientemente para lograr los acuerdos estratégicos imaginados en el co-gobierno sino-americano.  Pero al mismo tiempo, una vez que China aceptara el acuerdo de cogobierno sino-estadounidense, China necesariamente dependería mucho de los Estados Unidos, un Estado vasallo como el Japón.

Ahora bien, mucha gente en China estaba profundamente tentada por la idea del co-gobierno Sino-Americano.  En su opinión, en la historia de las relaciones de China con Occidente después de la Guerra del Opio, si China no hubiese sido invadida y colonizada, entonces habría quedaba aislada y excluida.  Ahora, con la ayuda de los Estados Unidos, China iba a poder dejar atrás las "tres gargantas de la historia".[13]  Pero, habría que apresurarse en abrazar tal regalo de la potencia número uno del mundo?  De hecho, esto significaría volver a la posición de miembro de la alianza de EE.UU. de la era del Guomindang. 

En ese momento, China era nominalmente un aliado en igualdad de condiciones con los Estados Unidos y Gran Bretaña y gestionaba los asuntos internacionales del Lejano Oriente, pero el hecho fue que, después de la Segunda Guerra Mundial, aun la petición de China, como país victorioso, de tan sólo reclamar los Nuevos Territorios de Hong Kong fue rechazada por Gran Bretaña. Y que el gobierno republicano de China no tuvo ninguna influencia en la Conferencia de Yalta, cuyo propósito era determinar la situación política de posguerra en Asia Oriental, ya que los asuntos chinos seguían en manos de grandes potencias como los Estados Unidos y la Unión Soviética.  Sin embargo, a la luz de la teoría del "fin de la historia", los liberales chinos siempre han sido políticamente inmaduros e ingenuos, tanto en su concepción de la política china como en su posicionamiento de China en la situación estratégica mundial, e incluso han asumido el estatus internacional del antiguo gobierno del Guomindang como su más alto ideal político, disfrutando de "la paz bajo el dominio de los Estados Unidos" bajo la bandera de la democracia y la libertad.

Con todo, como representantes de las políticas sobre China de las administraciones de Clinton y Obama, tanto la estrategia de evolución pacífica como el aliciente estratégico de la co-gobernabilidad sino-estadounidense fueron ampliamente exitosas.  Por "ampliamente exitoso" quiero decir que empujaron continuamente la economía, la política y la cultura de China hacia las de los Estados Unidos, quienes a su vez establecieron comunicaciones mutuas y canales de asistencia entre los dos países dentro de los parámetros del sistema internacional existente.  Aún más importante fue que varias décadas de una relación amistosa sino-estadounidense produjo una élite china que estaba familiarizada con los Estados Unidos y confiaba en ellos, lo cual a su vez estableció una excelente base social y una ideología cultural para una relación estable y amistosa entre ambos.

Si hacemos una breve comparación con la relación sino-rusa, vemos que, aun cuando en términos internacionales, China ha establecido una dependencia política más fiable y estable con Rusia, esa relación sigue careciendo de lazos económicos orgánicos y de vínculos culturales, y ninguno de los dos países ha sido capaz de cultivar una élite que se entienda y confíe en el otro en cuestiones de economía política o cultura. Desde una perspectiva a largo plazo, esos lazos económicos y culturales necesariamente favorecen el futuro desarrollo saludable de la relación sino-estadounidense.  Por lo tanto, era completamente posible que esta fuerza económica y cultural china se transformara en una fuerza positiva y saludable que promoviera un rápido fin al conflicto y a la cooperación entre China y los Estados Unidos, aun cuando también podría convertirse en una fuerza destructiva que cooperara  con la nueva Guerra Fría estadounidense, degenerando incluso posteriormente en una fuerza maligna destructora del régimen chino, que lo empujara hacia la secesión y la guerra civil.
 
"El período de oportunidad estratégica:" La elección estratégica de China

Ya en 2012, el politólogo estadounidense Graham Allison (n. 1940) acuñó el término "trampa de Tucídides" para describir la realidad de la inevitable lucha por la hegemonía entre una potencia emergente y una potencia tradicional.  Sobre esta base, en 2017 publicó una monografía sobre el peligro de que la relación sino-estadounidense cayera en esa trampa.[14]  La idea de la trampa de Tucídides tuvo un enorme impacto en los Estados Unidos y consolidó con éxito la fuerza de los halcones, la facción de la línea dura en la política de los EEUU hacia China, ya que tanto los liberales como los conservadores podían utilizar la idea para buscar razones legítimas para librar una guerra económica, financiera e incluso militar contra China. 

En este sentido, la guerra comercial de EE.UU. contra China fue simplemente una prueba de fuerza para la política de mano dura de EE.UU. hacia China.  Como complemento de la guerra comercial, los Estados Unidos están desplegando actualmente estrategias de restricción en los campos de la alta tecnología, las finanzas, la política, la ideología cultural e incluso militar, siguiendo la lógica de una nueva Guerra Fría. 

Si tomamos la relación Sino-Americana como un caso de la trampa de Tucídides, deberíamos prestar atención a las contradicciones estructurales de esa relación.  Si miramos solamente la evolución de la relación entre 2007 y 2008, cuando estalló la crisis financiera en los Estados Unidos, debemos preguntarnos si China consiguió salvar a los Estados Unidos.  Si China no hubiera salvado a los Estados Unidos, el sistema del dólar estadounidense podría haberse derrumbado. Lo cual significa no sólo que las reservas de divisas de China habrían perdido valor sino que también y aún más importante, la economía china se habría visto arrastrada a la crisis, y que algunas personas argumentaran que los Estados Unidos podrían incluso iniciar una guerra para cambiar las cosas. 

Con este telón de fondo, "salvar a los Estados Unidos" era la opción racional para dos economías tan estrechamente vinculadas, aunque desde otra perspectiva, el tema constante en la opinión pública de que "salvar a los Estados Unidos es salvar a China" era un reflejo exacto de la relación amistosa de China con los Estados Unidos. Sin embargo, mientras que China compraba grandes cantidades de bonos del tesoro estadounidense y estimulaba la economía con 4 billones de RMB de inversión, ayudando así a Occidente a sobrevivir a la crisis del capitalismo, esta misma crisis reveló la fragilidad de la propia economía china y los enormes riesgos a los que se enfrentaba en la economía mundial. Frente a esto, si la economía china se mantenía sana y seguía desarrollándose, era necesario ajustar su estrategia de desarrollo, aun cuando, desde una perspectiva objetiva, esos ajustes fueran un desafío para la hegemonía económica estadounidense.  Tres aspectos de esto se destacan particularmente:

1)La política de modernización industrial china altera la división económica del trabajo existente entre China y los Estados Unidos.

La crisis financiera mundial de 2008 puso de manifiesto la debilidad de la economía china en su excesiva dependencia de las exportaciones, porque aunque el Gobierno chino hizo todo lo posible por mantener una elevada tasa de crecimiento económico mediante el gasto en inversiones, el modelo de desarrollo económico de "China como la fábrica del mundo", basado en enormes importaciones y enormes exportaciones, estaba encontrando dificultades.  En primer lugar, el "dividendo poblacional" del que depende la industria manufacturera de baja gama, que requiere mucha mano de obra, estaba desapareciendo gradualmente, y había enormes debates sobre la aplicación de leyes laborales para proteger los derechos de los trabajadores, todo lo cual significaba que el costo de la mano de obra en China aumentaba continuamente, al punto que, de vez en cuando, había "escasez de mano de obra" en la costa del sur de China. 

Además, la fabricación de baja gama utiliza grandes cantidades de materias primas, crea contaminación ambiental y otros problemas sociales, lo cual significa que depender exclusivamente de este tipo de producción con uso intensivo de mano de obra no es sustentable y que si la economía de China debe continuar manteniendo un desarrollo estable y saludable debe mejorar su estructura industrial.

En este contexto, en 2008, la provincia de Guangdong, que había estado en la primera línea de la Reforma y la Apertura de China, tomó la iniciativa de promover la estrategia económica de "vaciar la jaula y cambiar el pájaro 腾笼换鸟", con la idea de reubicar la fabricación de baja gama dependiente de la mano de obra en zonas atrasadas, y que las zonas costeras de Guangdong se dedicaran al desarrollo de la fabricación de media y alta gama.  A partir de ese momento, el uso del mayor valor agregado "creado en China" para mejorar el anterior eslogan de "hecho en China" pasó a ser gradualmente la política que orientaba el desarrollo económico nacional, siendo la nueva tarjeta de presentación de China su red de ferrocarriles de alta velocidad en lugar de la ropa y el calzado tradicionales.  Si decimos que en la era del 3G la alta tecnología china se estaba quedando atrás, que en la del 4G era competitiva y que en la del 5G  está empezando a traccionar, estamos diciendo algo  sobre la velocidad con la que la alta tecnología china se está poniendo al día:  Las empresas chinas de fabricación de alta tecnología como Huawei y DJI están creciendo rápidamente, mientras que las empresas de Internet están floreciendo e incluso tomando el liderazgo en el mundo y la última industria de IA se ha convertido en una prioridad para el desarrollo industrial de China.

Históricamente, China se perdió tres olas de la revolución industrial, pero esta vez el gobierno chino está haciendo lo máximo posible para estar en la misma línea de largada que los países occidentales en la "cuarta revolución industrial".  Aun cuando China siga estando comparativamente atrasada y siempre tratando de alcanzar a Occidente, a lo que el gobierno y la opinión pública prestan constantemente atención es a aprovechar nuestro atraso para "pasar a Occidente en la curva 弯道超车."  Por esta razón, guiar el desarrollo de la ciencia y la tecnología se ha convertido en el objetivo y propósito de la búsqueda de la innovación científica y tecnológica en China. 

Estos esfuerzos confluyeron en el plan de acción de 2016 llamado "China 2025", que propuso el objetivo estratégico de un "programa de tres pasos" para convertirse en una superpotencia productiva. El primer paso es entrar en el ranking de las potencias productoras para 2025; el segundo paso alcanzar el nivel medio de las potencias productoras del mundo para 2035 y el tercero lograr fuerza global y entrar en la vanguardia de las potencias productoras del mundo para el centenario de la fundación de la Nueva China en 2049.  El fuerte aumento de la producción de alta gama en China se está comiendo los beneficios del monopolio de la tecnología de alta gama de los Estados Unidos.  Un ejemplo es la competencia por la cuota de mercado global entre los teléfonos móviles de Apple y Huawei.  Esta trayectoria de desarrollo significa que están apareciendo grietas en el "lastre económico" que anteriormente había estabilizado la relación chino-americana.     

2) La Iniciativa de "La Franja y la Ruta”  como geoeconomía, y el Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura (BAII)

A medida que China se convirtió en la fábrica del mundo, industrias como la del acero, el hormigón y la energía eléctrica china acumularon enormes capacidades.  Cuando se produjo la crisis financiera en Occidente en 2008, los cuatro billones de RMB de incentivos económicos de China crearon aún más capacidad.  Sin embargo, no hay manera de agotar esta capacidad en el ámbito nacional, y si no se puede redirigir a otro lugar, la economía de China necesariamente se estancará. 

Aunque el Gobierno chino ha adoptado una serie de medidas de reforma para "disminuir la capacidad productiva " y reducir la velocidad del desarrollo económico, no son suficientes para absorber el exceso de capacidad. Sin embargo, en ese mismo momento, los estadounidenses y los europeos comenzaron a examinar y restringir las inversiones y compras chinas, lo que significó que China tuvo que buscar lugares para aumentar sus inversiones fuera de Occidente.  Con este fin, el gobierno chino comenzó a cambiar su mirada hacia los países en desarrollo fuera de Occidente, y a acelerar la inversión y la construcción en África, hasta el punto de que las relaciones chino-africanas se convirtieron en un foco estratégico de su diplomacia.

En 2009, Xu Shanda, ex subdirector de la Administración Estatal de Impuestos, propuso que China utilizara su exceso de capacidad para ayudar a los países de desarrollo tardío de Asia, África y América Latina en un "plan de desarrollo de economía compartida 共享经济发展计划", que fue considerado inmediatamente como una "versión china del Plan Marshall".  Esta propuesta se desarrolló más tarde en la Iniciativa de " La Franja y la Ruta,” anunció oficialmente por el gobierno chino en 2015.  Esta iniciativa estaba claramente dirigida a la región del Pacífico, ya que el desarrollo de China buscaba abrir nuevos espacios fuera de los Estados Unidos y Europa, con el telón de fondo de la crisis financiera occidental y el hecho de que la sobrecapacidad de China coincidía con las estrategias de desarrollo económico de estos países en desarrollo. 

Sin embargo, la Iniciativa de “La Franja y la Ruta” centra la cooperación económica en la antigua Ruta de la Seda terrestre y marítima, el espacio histórico en el que se desarrolló el antiguo sistema comercial de tributos de China.  Este tipo de visión estratégica hizo pensar inmediatamente en las dinastías Ming y Qing, cuando China estaba en la cima de la economía mundial antes de 1840, y parecía presagiar que China se separaría del sistema económico mundial conformado por los Estados Unidos y comenzaría a construir su propio sistema económico chino-céntrico.

Como los países de la Iniciativa son predominantemente países en desarrollo, tienen una necesidad imperiosa de inversiones internacionales para impulsar su crecimiento económico.  Con ese fin, China tomó la iniciativa de organizar el establecimiento del Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura (BAII), una institución financiera internacional que se centra en el apoyo al desarrollo de la infraestructura y la promoción de la conectividad y la integración económica en la región de Asia.  Dado que China ha construido amplias cadenas de suministros para la fabricación y construcción de equipo de infraestructura, su capacidad de ingeniería y fabricación es inigualable, lo cual a su vez otorga un fuerte apoyo financiero cuando China libera su capacidad de producción mundial. 

Aunque el establecimiento del AIIB requirió inversiones en dólares de los Estados Unidos, como primera institución financiera internacional patrocinada por China, ayudará a promover la internacionalización de la moneda china, el renminbi (RMB).  Como la inversión en infraestructura estimula el crecimiento económico, se necesita el respaldo del gobierno y, por esa razón, la construcción de la zona económica de "La Franja y la Ruta" no sólo tiene que ver con la cooperación económica sino que también implica, entre otros, necesariamente la cooperación en los ámbitos de la política y la seguridad, promoviendo el apoyo mutuo con la Organización de Cooperación de Shanghai y ayudando a consolidar las buenas relaciones políticas entre China y los países implicados. Si bien China considera que “La Franja y la Ruta” y el BAII  son modelos de desarrollo para crear conectividad y una cooperación beneficiosa para todos, desde la perspectiva estadounidense, esta iniciativa está desafiando claramente el orden económico y político mundial dominado por los Estados Unidos, hasta el punto de que este país ha adoptado una postura de resistencia negativa desde el principio.

3) La internacionalización del RMB: Un desafío a la hegemonía del dólar americano

Siguiendo el desarrollo de la economía china, ¿deberíamos internacionalizar el RMB, convirtiéndolo en una moneda internacional que promueva el desarrollo económico mundial?  Una razón importante por la que la economía china de la era de la Reforma y la Apertura se convirtió en una economía orientada a la exportación fue que China necesitaba desesperadamente "exportar para obtener divisas", ganando dólares y utilizándolos luego para importar productos de alta tecnología en todo el mundo.  En este sentido, la economía china fue "traccionada por el dólar" desde el principio. 

Sin embargo, tras el crecimiento de la escala de las exportaciones mundiales de China, las reservas de divisas de los Estados Unidos en dólares también crecieron continuamente, especialmente después de 2008, cuando alcanzaron un punto máximo de 4 billones de dólares.  Debido al bloqueo de China por parte de los Estados Unidos en materia de alta tecnología, China gana enormes cantidades de divisas en dólares de los Estados Unidos pero no puede comprar productos estadounidenses de alta tecnología, y al final suele utilizar esos dólares para comprar bonos del Tesoro de los Estados Unidos, por lo que termina "vinculada" a este mercado.  Este tipo de vinculación financiera profunda requiere garantías económicas y políticas.  Sin embargo, con el fin de estimular el desarrollo económico, los Estados Unidos utilizan a menudo una política de flexibilización cuantitativa y emiten moneda adicional, lo que ha llevado a la devaluación del dólar.  Así pues, las reservas de divisas que tanto le cuesta ganar a China corren el riesgo de una depreciación constante o aun de un default de la deuda. 

Incluso existe la preocupación respecto de si los Estados Unidos podrán mantener el crédito internacional para pagar su deuda nacional en el caso de que las relaciones políticas entre China y los Estados Unidos no se mantuvieran estables.  Al mismo tiempo, el crecimiento económico de China requiere la importación de grandes cantidades de petróleo, y dado que el petróleo se comercia en dólares estadounidenses, esto añade otro elemento de incertidumbre al funcionamiento de la economía china.

En este contexto, el desarrollo saludable de la economía china requiere que China deje de depender excesivamente del dólar de los Estados Unidos en su actividad económica mundial, lo cual disminuiría su riesgo económico y mantendría su seguridad económica.  De hecho, ya en la temprana crisis financiera asiática de 1997, y aunque el RMB no era una moneda internacional, la insistencia del Gobierno chino en no devaluarlo desempeñó un enorme papel en la estabilización de las economías de los países de Asia oriental y sudoriental que tenían estrechos vínculos económicos y comerciales con China, estableciendo así por primera vez la credibilidad internacional del RMB.

Después de 2008, la "desdolarización" se convirtió durante un tiempo en la opción estratégica de muchos países.  En cierto momento, China, Japón y Corea del Sur propusieron la creación de una zona de libre comercio de Asia oriental, lo que dio lugar a la aparición de la idea de crear un "dólar asiático" como moneda mundial.  Sin embargo, las conversaciones sobre el tema se suspendieron después de que los Estados Unidos sembraran la discordia entre los participantes.  Posteriormente, China tomó medidas por su cuenta, comenzando a promover la internacionalización del RMB, con la esperanza de desplegar su considerable poder económico para convertir el RMB en una de las monedas internacionales para las transacciones económicas mundiales. 

En 2008, el Banco Popular de China comenzó a promover la circulación transfronteriza del RMB, y posteriormente estableció una cámara de compensación transfronteriza del RMB en Hong Kong.  China también firmó acuerdos bilaterales de canje de moneda local con Rusia, Corea del Sur, varios países del sudeste asiático y países de África, América Latina y Europa.  En 2015, el Fondo Monetario Internacional anunció la inclusión oficial del RMB en la cesta de divisas de derechos especiales de giro, convirtiéndolo en la quinta moneda internacional más importante después del dólar estadounidense, el euro, la libra esterlina y el yen japonés. 

China también está promoviendo gradualmente erigir a Shangai en un centro financiero internacional muy parecido a Hong Kong.  En enero de 2019, en medio de la guerra comercial entre los Estados Unidos y China, el Banco Popular de China y la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma (NDRC) publicaron conjuntamente el Plan de Acción para la construcción del Centro Financiero Internacional de Shanghai (2018-2020), en el que se establecía claramente que Shanghai sería un mercado financiero mundial dominado por los productos de RMB, con una fuerte asignación de recursos financieros y alcance exterior para 2020.

Lo que es especialmente destacable es que, tras la desintegración del sistema de Breton Woods, la razón por la que el dólar estadounidense siguió desempeñando el papel de moneda internacional fue porque, por un lado, los Estados Unidos tienen un gran poder económico y militar y, por el otro, porque el dólar fue inteligentemente definido como la moneda de las transacciones petroleras, lo que creó el sistema mundial del "petrodólar".  Sin embargo, el continuo crecimiento económico de China no sólo ha mantenido estable el RMB, sino que, además, la enorme y estable demanda de petróleo de China ha contribuido a estabilizar los precios mundiales del petróleo. 

Siguiendo la tendencia mundial de desdolarización, los países exportadores de petróleo, especialmente Rusia, Irán, Venezuela y otros países exportadores de petróleo sujetos a sanciones de los Estados Unidos, se apresuraron a firmar con China acuerdos de suministro de petróleo calculados en RMB, lo que permitirá tanto estabilizar el suministro de petróleo a China como evitar la volatilidad y la inflación del dólar, lo cual constituye una situación en la que todos los participantes salen ganando.  Por lo tanto, ¿puede el RMB establecer una relación comercial estable con el petróleo?  China lleva mucho tiempo planificando un mercado de futuros de petróleo comercializado en RMB, y fue en marzo de 2018, durante la guerra comercial entre los Estados Unidos y China, cuando el comercio de futuros de petróleo de Shangai, cuyos planes habían estado en marcha durante décadas, comenzó a funcionar con un perfil bajo.

Así pues, podemos ver que la década entre la crisis financiera estadounidense de 2008 y el inicio de la guerra comercial de Trump en 2018 fue, por un lado, una década en la que los Estados Unidos trataron de acelerar el impulso de la evolución pacífica, mientras que, por el otro, fue un período en el que China aprovechó la última oportunidad estratégica para acelerar la mejora de su economía.  Y fue precisamente el mejoramiento global de la economía china a lo largo de esta década lo que transformó a China, a los ojos de los americanos, en la más grande potencia que desafiaba su hegemonía mundial. 

El temor de América al desarrollo de China puede verse de manera más concentrada en una serie de declaraciones de Stephen K. Bannon, el hombre que sirvió como estratega principal de la campaña de Trump y lo impulsó a la presidencia.  Muchas de las iniciativas de la administración Trump, incluyendo el nacionalismo económico, el populismo político, una cultura intelectual basada en la supremacía blanca y el conservadurismo, el incumplimiento de los acuerdos internacionales, la prohibición de la inmigración musulmana y la guerra comercial con China, tienen como fuente directa las ideas del Sr. Bannon.

Como dijo Bannon, si los EE.UU. permiten a China alcanzar sus objetivos en tecnologías de vanguardia como se indica en "Creado en China 2025", "La Franja y la Ruta” y "5G", entonces China se convertirá primero en la superpotencia de alta tecnología de la revolución de la información, después en una superpotencia económica y finalmente en una superpotencia financiera.  Una vez que China logre estos objetivos, la hegemonía financiera americana construida sobre el sistema del dólar americano colapsará.  En opinión de Bannon, los EE.UU. tienen cinco años más o menos para detener el desarrollo de China, lo que significa que nada es más importante que el lanzamiento de una guerra económica contra China.  Si América pierde esta oportunidad, será muy difícil corregir las cosas en el futuro.  Como resultado, Bannon no sólo apoyó a Trump en sus ataques contra Huawei, sino que argumentó que restringir y sancionar a Huawei no era suficiente; las empresas chinas deberían ser expulsadas del sistema económico y financiero mundial dominado por los Estados Unidos.

A nadie le gusta la retórica extrema como la de Bannon, pero son precisamente declaraciones como la suya las que sacan a la luz la realidad de la política.  La política no es como la moral, y debe incluir luchas desnudas por intereses y disputas de poder, el dominador y el dominado, el gobernante y el gobernado, todo ello resultado de la lucha y la competencia, los eternos temas de la política.  La razón por la que las palabras de Bannon o Trump pueden tener un impacto tan grande en el pueblo es porque estas palabras hablan del miedo de los americanos al desarrollo de China, y es este miedo el que ha llevado a la relación chino-americana a una trampa de Tucídides.  Lo que significa a su vez que China debe enfrentar esta cada vez más urgente guerra comercial, financiera, geopolítica e incluso militar.

El retorno de la política:  "La nueva gran lucha"

Es como dijo el director general de Huawei Ren Zhengfei (n. 1944): aunque Huawei pensó que un día habría un duelo con los EE.UU. en la cima de una montaña, y se preparó completamente para ello, sin embargo cuando los EE.UU. atacaron repentinamente a Huawei, Huawei todavía no esperaba que el ataque fuera tan amplio, ni la fuerza de ataque tan determinada.  De hecho, el PCCh sabe desde hace mucho tiempo que un día tendría que enfrentarse a un ataque estadounidense.  Poco después de los acontecimientos del 11 de septiembre, el PCCh convocó el 16º CNP en 2002, que definió los primeros veinte años del siglo XXI como "un importante período de oportunidad estratégica que debe ser aprovechado y que puede ser utilizado con gran efecto". 

Lo que quisieron decir con "importante período de oportunidad estratégica" es que como resultado de la guerra de EEUU contra el terrorismo, China debe aprovechar la rara oportunidad de construir un alto nivel de cooperación los EE.UU. y hacer todo lo posible para desarrollar su economía, porque "el desarrollo es la dura verdad".  La "dura verdad" aquí subraya el hecho de que es la fuerza de la economía china la que decidirá el peso y la posición de China en la relación chino-americana y en las relaciones internacionales de China en general. 

En la misma reunión, las autoridades centrales propusieron también hacer frente a una competencia internacional cada vez más feroz en los ámbitos tecnológico y económico, aprovechando plenamente las ventajas comparativas de China como nación de desarrollo tardío, vinculando la industrialización con la digitalización, en suma, emprendiendo un "nuevo camino de industrialización" con alto contenido tecnológico, buenos beneficios económicos, bajo consumo de recursos, menos contaminación ambiental y que aprovechara plenamente las ventajas de los recursos humanos.  Este camino de la industrialización se denominó figurativamente "pasar en la curva".  Esto significaba que, en términos de desarrollo económico, China y los Estados Unidos inevitablemente competirían por la alta tecnología.

Las zonas de error de la "política":  La política mal entendida como técnica, ley y gobierno

A pesar de todo esto, cuando los EE.UU. lanzó su guerra comercial contra China, mucha gente no comprendió la importancia de la trampa de Tucídides, y continuó creyendo en la teoría del "lastre" de las relaciones sino-americanas, lo que los llevó a la siguiente opinión básica: la relación sino-americana "nunca será tan buena cuando es buena, y nunca será tan mala cuando es mala".  Por una parte, el origen de esta opinión se encuentra en la experiencia histórica de los últimos decenios, cuando la cooperación y una cierta división del trabajo en el frente económico condujeron a una cooperación de bajo nivel en el frente político, mientras que se ignoraban los cambios en la relación provocados por los enormes progresos de China en la modernización industrial, el desarrollo de la infraestructura de “la Franja y la Ruta” y la internacionalización del RMB, todo lo cual cambió la dinámica de la competencia.

Por la otra, el "no debate" de la política en China en los últimos decenios, y su enfoque en la cooperación sino-americana como instrumento para el desarrollo económico chino produjo en la sociedad china, en última instancia, un tipo de pensamiento económico que carece de conciencia política, y que confunde la relación dialéctica entre la economía y la política:  en lugar de mirar la economía desde el punto de vista de la política, mira la política desde la perspectiva superficial de la gobernanza económica, pensando que la política es sólo un negocio, un mero intercambio de intereses, sin ver que la política implica una competencia entre individuos, pueblos y naciones en términos de valores y creencias, identidad cultural y estilos de vida.

De "no hay drama" a "verdades duras", la clase política de China, en el proceso de promover ambiciosamente un rápido desarrollo económico, ha aceptado consciente o inconscientemente la noción de utilizar el pensamiento económico como solución a todas las decisiones gubernamentales y en particular a los problemas políticos, lo que ha llevado a la difuminación de la conciencia política, al estancamiento del pensamiento político e incluso a la desaparición de la capacidad política.  El liderazgo ya no emplea medios ideológicos y políticos para resolver los problemas políticos, sino que utiliza medios económicos para mitigarlos o para barrerlos bajo la alfombra.  Internamente, ante la fragmentación social y los intereses divergentes, predican el mantenimiento de la seguridad económica, una especie de "solución del RMB al problema de las contradicciones entre la gente". 

Frente a un "movimiento de independencia de Taiwán" cada vez más fuerte, buscan la solución en la ampliación de los lazos económicos.  Frente a las disputas sobre los tipos de régimen y el gobierno de Hong Kong, buscan suavizar las cosas "dando grandes regalos".  Frente al cada vez más virulento extremismo religioso y el terrorismo en Xinjiang, ponen su esperanza en promover el desarrollo económico.  Y ante el continuo estallido de incidentes masivos en el país, responden tirando dinero.

Podría decirse que la élite china, en esta atmósfera de cantos y bailes falsos creados por el crecimiento económico sostenido y la estabilidad internacional y nacional, ha ido perdiendo poco a poco su conciencia política, su voluntad política y tal vez incluso su capacidad política, tras lo cual han llegado a confundir las cuestiones de "gobernanza 治理" con las de la "política 政治".  En otras palabras, han confundido la "política de interés 利益政治" [traducido al inglés como "politics" en el original] con "cultural politics 文化政治" (traducido al inglés como "the political" en el original), creyendo que la "política" es una mera negociación sobre la división de intereses, y por lo tanto puede ser "arreglada con RMB", lo que significa que las cuestiones políticas son cuestiones sobre la división de la riqueza, problemas de gobernanza resueltos a través de las técnicas de mediación. 

Este tipo de "política de intereses" olvida que las personas, por naturaleza, no son animales que simplemente prestan atención al disfrute de la comodidad material, sino que son seres superiores con un alma, un espíritu y unos valores que perseguir.  Y la naturaleza básica de la política se compromete a explorar y construir esta vida en común de valores, aspiraciones, creencias e ideales.  La política, por lo tanto, implica inevitablemente una exploración de valores y formas de vida, un choque de culturas e ideologías, una "batalla de los dioses" o incluso un "choque de civilizaciones". 

En este sentido, la política es esencialmente el arte de ganar corazones y mentes.  Los problemas a los que nos enfrentamos en Xinjiang, Tíbet, Taiwán y Hong Kong no tienen que ver en primer lugar con el desarrollo económico y la riqueza material, sino con la educación cultural, los valores y la filosofía política, cuestiones de cómo defender el territorio de los corazones y las mentes.  Y frente a la creciente fragmentación ideológica interna, lo que la gente necesita no es sólo un aumento de la riqueza; mucho más importante es renovar nuestra creencia en cómo actuar como personas, en las normas sociales y en los ideales de vida.

De hecho, desde el movimiento del 4 de mayo de 1919, lo que el PCCh ha defendido [establecido todavía in 1921] ha sido la noción básica de tal "política cultural".  Sin embargo, el desarrollo económico de la Reforma y la Apertura ha asfixiado este tema.  En particular, la proliferación del uso de técnicas, leyes y estrategias de gobierno en la política basada en intereses ha sofocado el desarrollo de una nueva conciencia política y pensamiento político, y el partido gobernante se ha vuelto cada vez más burocrático, contentándose con dirigir a las masas con órdenes ejecutivas en lugar de llegar a las masas, convirtiéndose en uno con las masas 与群众打成一片.  La nueva élite de la clase media ha perdido sus ideales y creencias, sus valores morales están en declive, y el nihilismo histórico es desenfrenado.

Ya no saben cómo distinguir entre amigos y enemigos en la política, ya no les importa cómo ganar el apoyo de las masas a través del pensamiento político, ya no les importa el espíritu nacional y la voluntad política.  Ya no discuten la dirección del desarrollo histórico o el camino de desarrollo de China, y miran la política con la mentalidad del "último hombre" del "fin de la historia", pensando que el propósito fundamental de la política china es mantener relaciones sino-americanas estables.  Algunos incluso sostienen que el desarrollo económico de China consiste en obtener beneficio de las ventajas comparativas creadas por la división del trabajo en el mercado mundial, a la vez que se oponen a la promoción de la modernización industrial mediante políticas industrializadoras.  Visto superficialmente, esto parece ser una cuestión económica, pero en realidad es una cuestión política, a saber, evitar el daño en la relación integral entre los Estados Unidos y China.

Siguiendo la lógica objetiva del desarrollo económico, el rápido crecimiento de China creó una situación de competencia con los Estados Unidos, hasta el punto de enfrentar el riesgo de la trampa de Tucídides, pero en el ámbito subjetivo y dinámico de la política, toda la élite social de China carece de conciencia de crisis y de conciencia política, así como de confianza en sí misma a nivel cultural e institucional, y por lo tanto cae en la falsa canción y danza de nuestra "sociedad armoniosa" y en el reino de la paz permanente entre China y los Estados Unidos.  La dinámica objetiva del desarrollo económico de China y la mentalidad subjetiva de la élite política de China han creado una peligrosa ruptura, tanto que la gran mayoría de la gente no es consciente de la crisis política sin precedentes que se aproxima sigilosamente. 

En tales circunstancias, aunque el 18º Congreso Nacional del PCCh en 2012 pidió a todo el Partido que "se preparara para una gran lucha con muchas nuevas características históricas", muchas personas no entienden el verdadero significado de la "nueva gran lucha", y algunos incluso están preocupados de que el concepto de "lucha" vuelva a la lucha de clases de antaño, y así ven la "lucha" como la vieja ideología de los "viejos izquierdistas", sin ver que esta "nueva gran lucha" es contra la inevitable trampa de Tucídides, una lucha por el control y el contracontrol del nuevo Imperio Romano construido por los Estados Unidos.

"El retorno de la política:" Del desafío de la "Solución China" al "Fin de la Historia"

Ante esta peligrosa situación, después del 18º CNP, la dirección central se dedicó primero a la construcción del Partido y a la educación ideológica, apuntando a iniciativas políticas de alta presión contra la corrupción y a la construcción ideológica, a la construcción del estilo de trabajo y a la construcción organizativa, reactivando la naturaleza ideológica, la naturaleza política y la naturaleza popular del Partido gobernante, inyectándole nuevamente vitalidad política y restaurando sus creencias políticas, su cohesión política y su poder de lucha. 

Tal como dice el informe del 19º PCN, que resume los cinco años transcurridos desde el 18º PCN: "En los últimos cinco años, hemos actuado con valentía para hacer frente a los grandes riesgos y pruebas a los que se enfrenta el Partido y para abordar problemas prominentes dentro del propio Partido". Con firme resolución, hemos endurecido la disciplina y mejorado la conducta del Partido, luchado contra la corrupción y castigado las malas acciones, y eliminado graves peligros potenciales en el Partido y el país". Como resultado, tanto el ambiente político intrapartido como el ecosistema político del Partido han mejorado notablemente. La capacidad de innovación, el poder de unión y la energía para luchar del Partido se han fortalecido significativamente, la solidaridad y la unidad del Partido se han reforzado y nuestro compromiso con el pueblo ha mejorado enormemente. El temperamento revolucionario ha hecho más fuerte a nuestro Partido y ahora irradia una gran vitalidad. Con esto, los esfuerzos para desarrollar la causa del Partido y del país han ganado un fuerte respaldo político".[15]

Sobre la base de esos fundamentos, el PCCh dirigió su atención a la solución del problema de los objetivos y la dirección de nuestras reformas, cuestiones que hemos tratado, sin éxito, resolver a lo largo del período de Reforma y Apertura, la cuestión de adónde conducirá en última instancia el camino del desarrollo de China.  Las sesiones plenarias tercera y cuarta del 18º Comité Central del PCCh promovieron claramente "la maduración gradual y la culminación del sistema del socialismo con características chinas", lo que está claramente relacionado con las cuestiones de la promoción de la modernización del sistema de gobierno del país y de la capacidad de gobierno. 

Esto significaba que la reforma del sistema político de China ya no podía seguir el camino que conducía a la democracia occidental, sino que tenía que mantener el liderazgo del Partido y defender el socialismo con características chinas.  En esta vía de desarrollo, el "liderazgo del Partido" no sólo se ha incorporado al sistema nacional del estado de derecho mediante leyes y reglamentos del Partido, sino que también se ha escrito explícitamente en el texto de la Constitución mediante enmiendas, bloqueando así la posibilidad de una evolución pacífica.  Y en el cuarto Plenario del XIX Comité Central se realizaron desarrollos institucionales más específicos en relación con la adhesión y la mejora del sistema de socialismo con características chinas y la modernización del sistema y la capacidad de gobierno del país.

Pero lo que es aún de mayor importancia, es que el sistema de socialismo con características chinas no sólo permanece inalterado dentro de China, sino que también hará una contribución cada vez mayor a la humanidad en su conjunto.  En una conferencia celebrada en 2016 para conmemorar el 95º aniversario de la fundación del PCCh, el Secretario General Xi Jinping declaró públicamente que "la historia no ha terminado, ni puede ser llevada a su fin... los comunistas chinos y el pueblo chino confían plenamente en que pueden aportar una solución china a la búsqueda de la humanidad de un sistema social mejor".  Y el Informe del XIX Congreso Nacional de 2017 proponía además que la vía de desarrollo de China "puede ampliar el camino de la modernización para los países en desarrollo, proporcionar nuevas opciones para aquellos países y pueblos del mundo que deseen tanto acelerar el desarrollo como mantener su propia independencia, y contribuir con la sabiduría china y las soluciones chinas a resolver los problemas humanos".

Desde la perspectiva estadounidense, no cabe duda de que se trata de un desafío público a su ideología del "fin de la historia" y a su construcción de un imperio mundial, un desafío que requiere un cambio en la actitud de los Estados Unidos hacia China.  Se podría decir que los cinco años transcurridos entre el 18º CNP en 2012 y el 19º CNP en 2017 fueron cinco años cruciales en el camino del gran renacimiento de la nación china, cinco años de una carrera contra el tiempo preparando el terreno para la inevitable trampa de Tucídides, cinco años de renacimiento político a gran escala en torno a esta gran lucha. 

Con ese fin, China hizo todo lo posible en el frente económico por promover la producción interna de tecnologías básicas relacionadas con la seguridad nacional, como las redes de información, para impedir que los Estados Unidos utilizaran esas tecnologías básicas para controlar a China.  A través de la iniciativa de "La Franja y la Ruta”, China trató de ampliar los mercados de ultramar e impedir que los Estados Unidos suprimieran los mercados de China en Europa y los Estados Unidos.  China promovió la internacionalización del RMB y el comercio de futuros de petróleo en RMB para evitar las guerras energéticas y monetarias iniciadas por los Estados Unidos. 

En el frente militar, ha reconstruido el espíritu militar mediante iniciativas anticorrupción, reconstrucción política y reforma institucional; ha acelerado la creación de islas artificiales en el Mar de China Meridional para ganar impulso geoestratégico, la modernización militar para permitir que los militares se adapten a las necesidades de la guerra en ejercicios de fuego real y el desarrollo y la fabricación de nuevos tipos de armas para aumentar el poderío general de la defensa nacional, a fin de hacer frente a cualquier conflicto militar que pueda surgir. 

En las relaciones internacionales, China fortaleció y consolidó la cooperación estratégica chino-rusa, reforzó la cooperación con los países vecinos y la Unión Europea, amplió el espacio político internacional de China en la medida de lo posible y respondió al concepto de imperio mundial de los Estados Unidos con el concepto de "comunidad de destino humano".

Después de estos cinco años de esfuerzo, el Informe del 19º Congreso Nacional de 2017 anunció el amanecer de una nueva era, y los consiguientes cambios constitucionales [eliminando el límite de dos mandatos en el cargo de presidente], que privaron a Estados Unidos de la posibilidad de intervenir en la política china a través de un cambio en el liderazgo generacional para diseñar una evolución pacífica.  Desde la perspectiva estadounidense, esto equivalía a declarar el fracaso de la persistente estrategia estadounidense de evolución pacífica, y significaba que los Estados Unidos tendrían que adecuar su estrategia respecto de China.

De hecho, China había anticipado durante mucho tiempo que los EE.UU. cambiarían su estrategia hacia China.  En el informe del 19º CNP, "lucha" llegó a ser una de las principales palabras clave de todo el documento.  Esto equivalía a anunciar, antes de los hechos, el punto de vista político de China en relación con las medidas de ataque que los Estados Unidos estaban preparando: atreverse a luchar, nunca rendirse.  Independientemente de esto, incluso después de la conclusión del 19º PCN, mucha gente todavía no podía entender el significado oculto de "lucha", al punto que cuando los EE.UU. sancionaron al ZTE y comenzaron una guerra comercial contra China, muchos echaron la culpa a la propaganda de alto perfil que surgió en la opinión pública china después del 19º PCN, y no vieron la contradicción estructural planteada por la trampa de Tucídides, hacia la que se dirigían las relaciones chino-estadounidenses.

No fue hasta que las exigencias estadounidenses en la guerra comercial se hicieran cada vez más costosas, y especialmente con el arresto infundado de Meng Wanzhou y por el nudo interés de los ataques estadounidenses a Huawei, que la cruel realidad comenzó a calar en el pueblo chino, llevando a muchos de ellos a cambiar su actitud y a darse cuenta de que en ausencia de una serie de esfuerzos minuciosos y  proactivos emprendidos desde 2012, en ausencia del fuerte liderazgo del Partido y del sólido y decidido liderazgo en el núcleo del Partido, China simplemente no estaría en posición de hablar con calma sobre una "guerra prolongada" del modo en que lo está haciendo hoy.

En resumen, en términos de relaciones internacionales, China ha rechazado la tentación del co-gobierno sino-estadounidense, se ha opuesto a atarse al carro de guerra del imperio mundial de los Estados Unidos, se ha aferrado constantemente a una política exterior independiente y soberana, y ha propuesto que Estados Unidos y China construyan un “nuevo estilo de relación entre grandes potencias” verdaderamente igualitario, amistoso y cooperativo.  Sin embargo, este tipo de relación sino-estadounidense claramente no encaja en los sueños americanos de imperio mundial, y representa una propuesta política que, en la América de hoy, ni un gobierno liberal ni uno conservador puede aceptar. 

Esto significa que la esperanza de los liberales americanos de que un compromiso constructivo cambie a China para que ésta se someta a una Pax Americana ha resultado infructuosa.  Como los conservadores americanos lo pusieron en su carta abierta de apoyo a Trump:  "Observamos que la RPC no reconoce los principios y reglas del orden internacional existente que, bajo una Pax Americana, ha permitido el mayor período de paz y prosperidad global en la historia de la humanidad".[16]  Esto sin duda revela la verdad política del conflicto sino-americano.

Hay que señalar que los conservadores americanos están proclamando abiertamente y sin tapujos una Pax Americana.  Este concepto proviene de la Pax Romana creada por el Imperio Romano.  En este contexto los liberales en América comenzaron a discutir la cuestión de por qué habían "juzgado equivocadamente a China", por qué, a pesar de la ayuda americana al desarrollo económico de China, una China desarrollada no se convirtió en un socio estratégico en el imperio mundial americano sino en un competidor estratégico que desafiaba la Pax Americana. La razón fue atribuida al sistema político del PCCh, e incluso a aspectos personales del liderazgo de Xi Jinping.  Por lo tanto, siguiendo esta lógica, el liderazgo del Partido Comunista de China y el sistema de “socialismo con características chinas” se convirtieron en escollos para la construcción del nuevo Imperio Romano por parte de los Estados Unidos. 

Siguiendo esta lógica, si van a construir el nuevo Imperio Romano, primero tendrán que lanzar una nueva Guerra Fría contra el sistema político chino.  Siguiendo esta lógica también podemos entender la decepción universal en los Estados Unidos, especialmente entre aquellos que han sido amigos de China durante mucho tiempo, incluyendo las preocupaciones de conservadores como Kissinger.  Esta decepción es seguramente similar a la que sintió el embajador estadounidense John Leighton Stuart (1876-1962) cuando dejó China en 1949.  Y la reacción a este tipo de decepción puede convertirse fácilmente en una especie de resentimiento psicológico, que constituye el origen psicológico de la nueva Guerra Fría contra China propugnada por muchas personas incluso en el Partido Demócrata.

Al mismo tiempo que la administración Trump critica a las administraciones anteriores por haber "juzgado equivocadamente " a China, posiciona claramente a China como un "competidor estratégico", reemplazando la definición anterior de "socio estratégico".  Se podría decir que el fracaso de la estrategia de compromiso con China dirigida por los demócratas es la razón por la que tanto el partido demócrata como el republicano, por muy diferentes que sean en política interna, han pasado del compromiso a la contención y de la cooperación a la competencia en sus políticas hacia China.  Esta estrategia, de hecho, ha evolucionado a partir de la experiencia histórica de los Estados Unidos de tratar con la Unión Soviética en la guerra fría. 

Si decimos que la anterior política de compromiso de Estados Unidos dependía de las fuerzas internas de China para tener éxito, entonces la política de contención que la sustituye requiere que los propios Estados Unidos "se unan a la batalla".  Esto significa que la administración Trump utilizará cualquier medio - político, económico, militar, de opinión pública, cultural - para limitar y atacar a China.  La mano dura no es sólo respecto de la guerra comercial entre EE.UU. y China y el ataque a Huawei, sino que podría convertirse en una competencia en los campos tecnológico, económico, financiero, de seguridad y militar.  Esta competencia inevitablemente llevará a propuestas que promuevan el desacoplamiento entre los dos países.

En la actualidad, los Estados Unidos han iniciado una caza de brujas contra los chinos en los ámbitos de la alta tecnología, la cultura y la educación, y han empezado a prohibir a los estudiantes chinos que entren en los Estados Unidos para estudiar en el campo de la alta tecnología, restringiendo los intercambios de las empresas chinas con los Estados Unidos en este campo y en el de las finanzas.  Detrás de esta teoría del desacoplamiento se encuentra la teoría de la nueva Guerra Fría, que dará lugar a una situación similar a la de los "dos grandes campos" de la Guerra Fría, un "un mundo, dos sistemas" de competencia mutua. 

Esta nueva Guerra Fría es diferente de la Guerra Fría en la que las dos superpotencias, los Estados Unidos y la Unión Soviética, competían por la dominación mundial, sino que ha adoptado la doctrina de la "excomunión" de un nuevo tipo de imperio cristiano:  como China no se somete al sistema imperial mundial dominado por los Estados Unidos y no cree en las ideas liberales y democráticas del protestantismo estadounidense, entonces China debería ser expulsada del sistema imperial mundial.  En este sentido, lo "nuevo" de la nueva Guerra Fría es que las diferencias entre los Estados Unidos y China ya no son diferencias ideológicas entre el comunismo y el liberalismo o el socialismo y el capitalismo, sino que se basan en diferentes concepciones del camino hacia el desarrollo y la modernización y los consiguientes arreglos del orden mundial.

Consejo de Huntington:  Las raíces ideológicas de "juzgar equivocadamente " a China

Si consideramos la discusión desde "por qué los Estados Unidos perdieron a China" en 1948 hasta "por qué juzgaron equivocadamente a China" en 2018 como grandes errores de la política estadounidense hacia China en períodos críticos de su historia, entonces deberíamos ver por qué la política estadounidense hacia China ha cometido tamaños errores estratégicos repetidamente.

Esta es obviamente una cuestión teórica extremadamente compleja.  En el contexto de las preocupaciones de este ensayo en particular, descubriremos que estas dos políticas sobre China, de diferentes épocas y tipos, comparten sin embargo una base ideológica.  Por una parte, el gobierno de los Estados Unidos siempre ha creído que los mercados económicos y la libertad cultural promoverían inevitablemente la democratización y la creación de un sistema democrático multipartidista; al mismo tiempo, también creen que un gobierno democrático debe ser necesariamente pro-estadounidense. 

Lo que une estos dos temas diferentes en la política nacional e internacional es la creencia en un "fin de la historia" único, a saber, que el modo de vida definitivo en el desarrollo de la historia de la humanidad es el de las democracias liberales, de las que los Estados Unidos son un modelo, y que los Estados Unidos representan el modo de vida que la humanidad adoptará inevitablemente en el futuro.  Esta teoría está tipificada por el "fin de la historia" de Fukuyama.
Desde esta perspectiva, podemos comprender finalmente que, para construir un gobierno pro-estadounidense en China, los Estados Unidos no han escatimado esfuerzos para promover la completa occidentalización o la completa americanización de China; del mismo modo, para impulsar a China a dejar atrás las "tres gargantas de la historia" y concretar la causa de la democratización política, los liberales chinos no han dudado en admirar a los Estados Unidos. 

No sólo los dos objetivos son similares, sino que ambas proposiciones siguen la misma lógica ideológica.  Y es precisamente por eso que sólo examinando estos dos ejemplos de "el fin de la historia", que han sido abrazados por los liberales en los Estados Unidos y en China, podemos entender por qué los Estados Unidos han "juzgado equivocadamente a China" y, en última instancia, "perdido a China".  De hecho, el asesor de Fukuyama, el politólogo estadounidense Samuel T. Huntington (1927-2008), llevó a cabo un replanteamiento exhaustivo de estas dos cuestiones en la ideología política estadounidense, que seguramente puede tomarse como un consejo sincero del realista al idealista liberal.

Los asesores de los países en desarrollo tardío en vías de modernización no están en Washington

En un texto temprano, El orden Político en las Sociedades en Cambio (Political Order in Changing Societies), Huntington reflexionó profunda y críticamente sobre la promoción de los movimientos democráticos en el Tercer Mundo después de la Segunda Guerra Mundial por parte de Estados Unidos, que dio lugar a la disolución del orden y que produjo conflictos, caos, masacres, violencia, separatismo, guerra y revolución.  Basándose en sus reflexiones sobre estas experiencias históricas, Huntington sugirió que la teoría de la ciencia política hace una distinción entre "modernidad" y "modernización". 

La modernidad se refería a un estilo de vida completamente nuevo, que incluía la economía de mercado, la libertad y el imperio de la ley, y el régimen constitucional, etc., que surgió tras la transformación de la sociedad tradicional en moderna en la experiencia histórica europea.  La modernización se refería al proceso histórico específico de la desintegración de la autoridad en la sociedad tradicional a la construcción de una nueva autoridad social.  Si decimos que el primero es un análisis normativo, entonces el segundo es el análisis de la historia política.  En este proceso histórico concreto, algunos países tuvieron éxito y otros fracasaron, e incluso en Europa, punto de partida de la modernidad, Inglaterra y los Estados Unidos se consideran a menudo como ejemplos de éxito, mientras que la inestabilidad política que siguió a la gran revolución francesa se considera a menudo como un ejemplo de fracaso.  

Basándose directamente en esos ejemplos históricos, en su texto Huntington criticó la teoría política occidental por su dogmática creencia ideológica de que los gobiernos democráticos liberales representan el ideal político más elevado, y argumentó que el principal problema de la política no es la democracia liberal, sino cómo evitar caer en la anarquía del "sálvese quien pueda", que Huntington denominó "decadencia política".  Por esta razón, en opinión de Huntington, la primera cuestión en la política no es la forma de gobierno, sino la cuestión de la autoridad, o en otras palabras, cómo establecer una autoridad política estable, sólo después de lo cual se puede imponer el orden político y evitar la decadencia política.  Esta teoría representa la diferencia básica entre el "fin de la historia" de Huntington y Fukuyama; esta última es una teoría normativa, y considera que la cuestión básica en política es la de la forma de gobierno.  Más tarde, Fukuyama revisó su teoría a la luz de la realidad, y dirigió su atención a la capacidad de gobernanza nacional.

En consecuencia, como parte del proceso histórico de modernización, la economía de mercado destruyó la economía tradicional, lo que condujo a la desintegración de la estructura social tradicional, y la racionalización y liberalización de los estilos de vida destruyeron las creencias, la moral y las normas tradicionales de la vida social.  Sin embargo, si tras la consiguiente desintegración de la autoridad tradicional, la autoridad producida por el proceso democrático no se establece efectivamente, la democratización política corre el mayor peligro de todos: el descenso a la anarquía.  La democratización política promovida por los Estados Unidos en África, América Latina y el sudeste asiático después de la Segunda Guerra Mundial se encontró generalmente con ese declive político.

El punto de partida de Huntington fue precisamente esta cuestión de cómo superar la decadencia política, y estudió los caminos producidos por diferentes antecedentes históricos y culturales.  Por ejemplo, en el proceso de democratización, Turquía experimentó una decadencia política y, en última instancia, restauró el orden político mediante el establecimiento de un "gobierno militar".  En China, el restablecimiento del orden político se logró gracias al PCCh, que superó eficazmente los decenios de caos y guerra civil que la democracia había provocado. 

Basándose estrictamente en el respeto a los hechos de la historia y a pesar del clima ideológico creado por la Guerra Fría, Huntington, elogió mucho a la Unión Soviética y a China por haber superado la decadencia política mediante los regímenes de partido único de sus partidos comunistas, logrando así un gobierno político efectivo.  Así argumentó que, para los países del Tercer Mundo, los asesores que podían ayudarlos a implementar políticas democráticas no se encontraban en Washington sino en Moscú y Beijing.  El modelo de Washington trajo la decadencia política, mientras que el modelo de Moscú-Pekín trajo un orden político efectivo. 

Sobre la base del resumen de esas experiencias históricas, Huntington se opuso claramente a los argumentos ideológicos en favor de la democracia y propuso en su lugar el desarrollo económico y el establecimiento de canales institucionales más democráticos para la participación pública, que servirían luego de base para la consolidación y el fortalecimiento de la autoridad política democrática mediante la supresión efectiva de las expectativas excesivas que, de otro modo, generaría la ideología democrática.

La promoción americana de la globalización da lugar necesariamente a gobiernos antiamericanos en todo el mundo

El argumento de Huntington no sólo explica por qué los EE.UU. perdieron a China en 1948, sino que también explica por qué los EE.UU. juzgaron equivocadamente a China en 2018.  Los movimientos democráticos extremos asociados con la Revolución de 1911 destruyeron las formas tradicionales de autoridad china, pero no pudieron establecer una autoridad democrática efectiva, y el gobierno republicano permaneció sumido en la decadencia política del caos, el separatismo y la guerra civil.  Esta decadencia política sólo llegó a su fin cuando el PCCh utilizó medios de movilización social aún más radicales y restableció una autoridad política moderna, la autoridad moderna, democrática y soberana que sustituyó a la autoridad tradicional del emperador.

Sin embargo, cuando en la posguerra los Estados Unidos promovieron los movimientos democráticos en todo el mundo, su objetivo principal era construir un mundo que dependiera de ellos, lo que significaba establecer gobiernos semicoloniales que se apoyaban en la clase media y en los intelectuales de las ciudades portuarias para dominar el interior rural, proceso que inevitablemente sembraba las semillas de la decadencia política a través de divisiones internas.  En este sentido, la activa promoción estadounidense de la comercialización económica, la liberalización intelectual y la democratización política condujo a menudo a la decadencia política.  En verdad, la democratización activa de la política que llevó a cabo Estados Unidos, fue la principal responsable que empujó a estos países a la decadencia política, de modo que para contrarrestar esta tendencia, estos países tuvieron que construir instituciones políticas más fuertes y gobiernos con un sentido "antiamericano" de la autonomía política.

La historia del período posterior a la Guerra Fría también demuestra el valor de las ideas de Huntington.  La desintegración de la Unión Soviética fue un ejemplo exitoso de evolución pacífica promovida por los Estados Unidos, así como un caso clásico de democratización política que llevó a la decadencia política.  La democratización condujo al colapso del país, las reformas de mercado radicales de la "terapia de shock" condujeron al colapso económico, la riqueza nacional desapareció en los bolsillos occidentales de la noche a la mañana, y una potencia mundial que había hecho temblar de miedo a América se convirtió en un Estado en descomposición. 

Por esta razón, si Rusia quiere dejar atrás la decadencia política y reconstruir un gobierno fuerte, este gobierno no puede ser pro-americano, sino que debe ser anti-americano.  Por eso hay un vínculo interno entre el ascenso de Putin y el antiamericanismo ruso, ya que ser proamericano trae decadencia política, mientras que dejar atrás la decadencia política requiere oponerse a América.
El decenio de 1980 en China también fue una época rebosante de pensamiento liberal, pero fue precisamente cuando el gobierno chino puso fin oportunamente a las "revoluciones de color" apoyadas por los liberales estadounidenses, que China, abrazando la idea de que "la estabilidad triunfa sobre todo", garantizó la autoridad política y la estabilidad, y sobre esta base aceleró las reformas del mercado. 

En este proceso, el hecho de que las reformas democráticas extremas en curso en la Unión Soviética condujeran a la desintegración del país, el colapso de la economía y la decadencia política sirvió de espejo para China, haciendo más clara la trampa de la decadencia política y revelando también la verdadera cara de la evolución pacífica que los Estados Unidos estaban impulsando en China.  A partir de entonces, aunque los Estados Unidos siguieron intensificando sus esfuerzos por llevar a cabo la evolución pacífica de China, el Gobierno chino siguió siendo constantemente cauteloso con la estrategia estadounidense y con los liberales chinos que la apoyaban para promover la evolución pacífica al amparo de la "reforma del sistema político", y llamaron a este camino hacia la democratización política como "un camino maligno que conduce al cambio de régimen".

"Con la historia como espejo, uno puede conocer el ascenso y la caída de un estado."[17]  La razón por la que América juzgó equivocadamente a China, y que las reformas económicas de China no siguieron el camino de la evolución pacífica que América había imaginado, reside precisamente en que los políticos chinos prestaron conscientemente atención al "sincero consejo" de Huntington.  Esto no es porque leyeran a Huntington, sino que fue el resultado de las lecciones prácticas aprendidas sobre las realidades políticas de la experiencia de China desde la Revolución de 1911 y la desintegración de la Unión Soviética.  Para los políticos, la historia y la realidad contemporánea sirven como libros de texto políticos vivos.

Por supuesto, no podemos decir que la razón por la que los Estados Unidos promovieron la democratización en todo el mundo en el período de posguerra fue para crear decadencia política.  De hecho, los gobiernos que sufren decadencia política, aunque sean pro-estadounidenses, no sirven realmente a los intereses de la estrategia estadounidense de construir un imperio mundial, porque esos gobiernos en decadencia a menudo requieren que los Estados Unidos inviertan una fuerza considerable en apuntalarlos, lo que a menudo lleva a los Estados Unidos al borde del desastre.  Por ejemplo, su apoyo al gobierno de Syngman Rhee les obligó a entrar en la guerra de Corea, y su apoyo al Ngo Dinh Diem les llevó al pantano de la guerra de Vietnam. 

Lo que Estados Unidos necesita son gobiernos pro-estadounidenses con estabilidad y capacidad de gobierno, el tipo de gobiernos pro-estadounidenses que no dependen de los Estados Unidos, sino que se identifican con la cultura y los valores estadounidenses.  La Europa de la posguerra y Japón son ejemplos clásicos.  Por esta razón, un aspecto importante de la estrategia mundial de los Estados Unidos es promover sin reservas los valores y estilos de vida estadounidenses, lo que incluye la construcción de regímenes democráticos liberales.

Sin embargo, los Estados Unidos han pasado por alto que, una vez que la política democrática y los valores culturales estadounidenses se combinen, los países que se están democratizando tendrán que tomar una difícil decisión en materia de política cultural: ¿deberían elegir la cultura estadounidense?  ¿O su propia cultura?  Es evidente que la estrategia estadounidense de "evolución pacífica" empuja a esos países a identificarse con la cultura estadounidense, pero cuando esos países en proceso de democratización dejen atrás la decadencia política y alcancen la prosperidad económica y la estabilidad política, esto estimulará necesariamente su propio orgullo nacional y será más probable que se identifiquen con su propia cultura y no con la cultura estadounidense.  El hecho de que el gobierno turco actual esté dando gradualmente la espalda a la línea de reforma elegida por Atatürk y volviendo al camino islámico está claramente vinculado a la promoción por parte de los Estados Unidos de las "revoluciones de color" en Oriente Medio.

De hecho, en su "Choque de Civilizaciones", Huntington reveló además la paradoja de la promoción mundial por parte de los EE.UU. de los estilos de vida y valores culturales estadounidenses.  En su opinión, en el proceso de democratización liderado por los americanos, la primera generación que se ve influenciada por los americanos es a menudo favorable a los EE.UU., y por lo tanto se identifica con la cultura y los valores americanos.  Sin embargo, a medida que estos países adoptan economías de libre mercado y políticas democráticas, el desarrollo nacional produce sentimientos de orgullo nacional, de modo que no se encuentran en el camino de la occidentalización o la americanización, sino en su propio camino interno, y se produce un cierto cambio de pro-estadounidense a anti-estadounidense. 

De hecho, el "Club Juvenil de Abril" que protestó contra la representación de CNN del "incidente de la llama olímpica" en el Tíbet en 2008, es representativo de esto: quienes estaban promoviendo ideológicamente el ascenso de China y desafiando el orden hegemónico americano no eran otros que las sucesivas generaciones de jóvenes chinos que habían estudiado en los Estados Unidos.  Por lo tanto, en opinión de Huntington, al final de la Guerra Fría, el mundo no se dirigió hacia un "fin de la historia" dominado por el estilo de vida americano, sino hacia un "choque de civilizaciones".  En su opinión, además del choque entre las civilizaciones cristianas e islámicas, también existe el choque entre las civilizaciones cristiana y chino- confuciana.

Desde el movimiento del 4 de mayo, la élite china se ha identificado con la cultura y los valores occidentales, ya sea la cultura capitalista americana-europea o la cultura socialista de la URSS.  Sin embargo, a medida que la estabilidad política y el florecimiento económico de China han estimulado su ascenso, el pueblo chino se ha ido despidiendo gradualmente de las ideas de total occidentalización en materia cultural y presta poca atención a las diferencias ideológicas entre el capitalismo y el socialismo.  En cambio, están indigenizando activamente la cultura occidental y volviendo a la propia historia y tradiciones de China, lo que explica los crecientes sentimientos de orgullo nacional y confianza en la propia cultura.  Podemos ver esto no sólo en la ola de "estudios nacionales 国学热" a nivel popular, sino también en el vibrante aumento del conservadurismo cultural entre las elites de China. 

Más relevante aun, es que la nueva generación de dirigentes políticos hace más hincapié en la revitalización de las tradiciones culturales de China.  El 18º CNP promovió "la confianza en nuestro camino, en nuestra teoría y en nuestro sistema", y el 19º CNP hizo una adición crítica: "la confianza en la cultura".  Si los tres primeros expresan diferencias entre el camino tomado por el sistema de “socialismo chino con características chinas” y el tomado por el capitalismo occidental, la autoconfianza final habla del renacimiento de la civilización y las tradiciones chinas.

Por esta razón, cuando Trump visitó Pekín en el período anterior a la guerra comercial sino-americana, él y el Secretario General Xi Jinping charlaron en la Ciudad Prohibida sobre la historia ininterrumpida de 5.000 años de civilización china.  Esto significa que mientras China puede aceptar la economía de mercado, la política democrática, la libertad cultural y otros conceptos basados en la tradición cultural occidental, China no puede en absoluto seguir el camino del capitalismo occidental, ni reproducir los estilos de vida estadounidenses, sino que seguirá el propio camino de China hacia la modernidad conformado por la historia y la civilización chinas. 

Este es también el significado político del consistente énfasis gubernamental del gobierno chino en "el camino del socialismo con características chinas" y en "el renacimiento de la gran nación china".  Sólo cuando China y América, dos grandes potencias, hayan llegado a la igualdad y al respeto mutuo en términos de cultura, historia y tradiciones, en términos de caminos de desarrollo político y en términos de ideología, podrá la relación chino-americana encontrar el camino correcto y establecer un nuevo estilo de relaciones entre grandes potencias.

Por esta razón, en la historia de la posguerra fría, cualquier nación fuerte, o cualquier nación que intente construir un gobierno fuerte, debe convertirse abiertamente o implícitamente en un país que "pueda decir no a América".  Esto es cierto para Rusia, así como para China, Irán, Turquía, Corea del Norte, fue cierto anteriormente para Irak y para Libia, y es cierto también para la Alemania de Merkel y la Francia de Macron.  Esto es menos porque el mundo entero haya entrado en un período de "gobiernos fuertes" y más porque el mundo ha entrado en lo que el periodista Fareed Zakaria ha llamado la era "post-americana". 

Y en lugar de verlas como decisiones políticas tomadas por hombres fuertes, deberíamos verlas como el producto de la lógica interna de la historia política mundial, en otras palabras, que la "globalización profunda" ha promovido la formación de una comunidad de destino común para toda la humanidad que permanecerá unida en las buenas y en las malas.  Un nuevo tipo de orden internacional debe construirse sobre la base del respeto mutuo, y oponerse a la construcción por parte de los Estados Unidos de un imperio mundial basado en la tradición imperialista occidental debe ser la misión común de toda la humanidad. 

Por esta razón, incluso antes de la consumación del nuevo Imperio Romano de Estados Unidos, el proyecto se ha enfrentado a la resistencia y la oposición de todas las grandes potencias mundiales, incluida China.  El camino que los Estados Unidos están tomando hoy en día es en verdad recrear el camino tomado por la Unión Soviética en la era de Brézhnev en un esfuerzo por establecer la hegemonía mundial.  Por eso el diplomático de Singapur Kishore Mahbubani (n. 1948) dijo que los Estados Unidos actúan hoy en el mundo como lo hizo la Unión Soviética en aquel entonces, mientras que China actúa en el mundo como lo hicieron los Estados Unidos.[18]

Conclusión

Hoy en día, la mayoría de los observadores de las relaciones sino-americanas son pesimistas y creen que las cosas sólo empeorarán.  Pero este pesimismo se debe precisamente a las suposiciones de una visión demasiado ciegamente optimista de las relaciones sino-estadounidenses en los últimos decenios, basadas en el argumento de que China, en el proceso de participación internacional, se alinearía gradualmente con el imperio mundial construido por los Estados Unidos.  En cierto sentido, esta imaginación optimista también presupone la premisa normativa del fin de la historia.  Sin embargo, si reflexionamos un poco sobre esta premisa normativa, nos daremos cuenta de que ese optimismo no fue más que un breve momento histórico. 

A lo largo de la historia, China siempre ha sido una potencia mundial que manejó sus asuntos de manera independiente y eligió su propio camino de desarrollo.  Cuando la Nueva China comenzó su reconstrucción nacional, no dudó en enfrentar la extinción de las dos superpotencias mundiales, los EE.UU. y la URSS, mientras que al mismo tiempo exploraba su propio camino de desarrollo.  Hoy en día, con el telón de fondo del ascenso de China, es aún más imposible someterse al orden imperial mundial impuesto unilateralmente a China por los Estados Unidos.  

Más importante aún y únicamente desde una perspectiva geopolítica, si China se sometiera a los acuerdos estratégicos del imperio mundial estadounidense, ello significaría que China se encuentra en la primera línea de la conquista estadounidense de Rusia, el Oriente Medio y el mundo islámico.  Esto claramente no forma parte de los intereses nacionales de China, y la ubicación de China en medio de Eurasia y el mundo del Pacífico dicta que debe construir su propio mundo geopolítico. 
 
En realidad, de no haber existido el trasfondo de la Guerra Fría, el renacimiento mundial de las economías de mercado promovido conjuntamente por Reagan, Thatcher y Deng Xiaoping habría sido difícil; y de no haber existido los cambios mundiales creados por el 11 de septiembre, la cooperación económica integral entre China y los Estados Unidos habría sido imposible.  Por supuesto, en ausencia del ascenso de China, o del fuerte liderazgo de China desde el 18º PCN y la decisión de este liderazgo de permanecer fiel al propio camino de China, podría no haber existido la guerra comercial entre Estados Unidos y China, o la guerra comercial podría haber tenido otra solución. 

Sin embargo, detrás de estos acontecimientos históricos aleatorios queda una pregunta histórica inalterable: ¿el futuro orden mundial será la visión del nuevo Imperio Romano, tal como lo imaginaron los Estados Unidos?  ¿O más bien la visión del desarrollo común de las civilizaciones plurales, tal como lo imaginan las Naciones Unidas?  ¿O quizás un nuevo orden mundial que evolucionará a partir de la tradición del universalismo chino 天下主义?[19]  ¿Cuáles son las perspectivas del auge de China y el gran rejuvenecimiento de la nación china para el futuro orden mundial?  Sólo reflexionando y construyendo una imagen del futuro pueden las relaciones chino-estadounidenses llegar a un reposicionamiento adecuado. 

En este sentido, tenemos razones para seguir siendo optimistas sobre los conflictos actuales sino-estadounidenses y el futuro de las relaciones sino-estadounidenses, en el sentido de que esta relación ya no será la de una torturada postura global de cooperación mutua provocada por la Guerra Fría y el 11-S, sino la búsqueda de la dirección del desarrollo histórico que asumirá su competencia.  Una competencia de este tipo podría quedar fuera de control y conducir a un conflicto a gran escala o incluso a la guerra, sin embargo es también posible encontrar un límite que no se pueda cruzar en la competencia y buscar la cooperación sobre la base de ese límite.  "Buscar la unidad en la lucha" requiere de ambas partes un juicio político desapasionado y una profunda sabiduría política.

En cuanto a los Estados Unidos, tal vez deberían abandonar su ideología del "fin de la historia", abandonar su sueño de evolución pacífica para China, y dejar que busque su propio camino de desarrollo basado en sus propias tradiciones, todo lo cual significa que tal vez los estadounidenses deberían reconsiderar sus planes de construir un nuevo Imperio Romano, y tratar sinceramente a China como un socio en igualdad de condiciones, tratando de cooperar incluso mientras luchamos, y de esta manera acercarse a la propuesta de China de crear una "nueva relación entre grandes potencias".  Esto quizá signifique que la competencia y la cooperación entre los dos países se convierta en algo normal, que su competencia estimule de hecho el dinamismo que se encuentra en ambos y que la cooperación resuelva problemas que ninguno de los dos países puede resolver por sí solo, especialmente los problemas mundiales.

De hecho, el informe "Enfoque Estratégico de los Estados Unidos para la República Popular China", publicado recientemente por el Departamento de Estado de los Estados Unidos, ya revela este tipo de pensamiento cuando afirma que:  "Las políticas de los Estados Unidos no se basan en un intento de cambiar el modelo de gobierno interno de la RPC... Si la RPC finalmente converge con los principios del orden libre y abierto sólo puede ser determinado por el propio pueblo chino.

Reconocemos que Beijing, y no Washington, tiene la agencia y la responsabilidad de las acciones del gobierno de la RPC". [20]  Al menos sobre el papel, esto sugiere que América ha abandonado su estrategia de evolución pacífica para China.  Esto es seguramente un resultado parcial de la "nueva gran lucha" lanzada activamente por China en el curso de la última década crucial, en el sentido de que aun cuando los Estados Unidos declaran que hay diferencias fundamentales de principio en las relaciones sino-americanas, sin embargo el punto de vista "realista" americano respeta el hecho de que el pueblo chino elige el sistema de gobierno en su país, y decide tratar a China como una "gran potencia competidora".  Basándose precisamente en este punto de vista de "realismo de principios", aunque América compita con China y lleve a cabo una contención integral de China, no excluye la posibilidad de cooperar con China sobre la base de los intereses americanos.

En cuanto a China, tal vez nosotros también deberíamos adoptar un punto de vista de "realismo basado en principios", admitiendo que aunque defendemos el principio de la "comunidad de destino común", seguimos siendo claramente conscientes de nuestras diferencias con Occidente en cuanto a valores sociales y culturales, pero manteniendo la posición racional del "realismo" y mirando con calma a nosotros mismos y al mundo entero al que tenemos que enfrentarnos.  Debemos reconocer que el marco básico del orden mundial actual ha sido establecido por Occidente en los últimos siglos, y que un mundo regido por reglas puede crear un mundo en el que los seres humanos trabajen juntos sobre la base de diferentes tradiciones culturales.  Si China quiere participar activamente en la gobernanza mundial, primero debe estudiar y absorber seriamente los elementos positivos del mundo creado por Occidente y, sobre la base de este marco mundial, participar en la cooperación mundial.

También debemos entender claramente que la "era post-americana" será necesariamente una era de conflicto y confusión, en la que China tendrá que confiar en la cooperación de todas las potencias mundiales y en un sistema amistoso de relaciones con los vecinos para resolver los problemas que puedan surgir.  En los pocos años de la era posterior a la Guerra Fría, la ambición americana de construir un imperio mundial se ha visto trágicamente frustrada, en gran parte debido a su ciego sentido de la misión relativa al "fin de la historia" y a su "falsa virtud" de salvar a la humanidad, que llevó a que su ambición superara a su fuerza. 

Si la desintegración de la Unión Soviética fue una lección para China, que le permitió mantener una conciencia política lúcida durante todo el proceso, el declive de Estados Unidos es otra lección, que aconseja a China ejercer siempre una moderación estratégica, superar la vanidad cultural de salvar el mundo y mantener un enfoque estratégico constante en la construcción de la nación, aumentando constantemente su poder, tanto duro como blando.  Porque en un mundo de competencia internacional, "el poder es la dura verdad".

Pero si queremos aumentar el poder nacional, debemos pensar en cómo modernizar el gobierno de nuestro país, cómo construir una sociedad orgánicamente vibrante que estimule la vida y la creatividad, cómo construir un país regido por normas y leyes, todo ello para hacer frente a la creciente competencia mundial por la tecnología, el talento, las instituciones y la civilización.  Tanto si se trata de la desintegración de la Unión Soviética como del declive de los Estados Unidos, los factores decisivos son siempre internos, lo que significa que el resultado de la futura competencia sino-estadounidense estará determinado básicamente por los asuntos internos de China. 

Durante la década crítica que ha influido en el curso de las relaciones sino-americanas, China se ha centrado sistemáticamente en los asuntos internos, promoviendo el desarrollo económico, a la vez que con el foco siempre en  la reducción de la pobreza, y fomentando la unidad interna y el rápido ascenso de la sociedad china, lo que le ha dado la fuerza y la capacidad para hacer frente a los desafíos de los Estados Unidos.  En comparación, los Estados Unidos han descuidado los asuntos internos.  Con oligarcas de las finanzas y de la alta tecnología que saquean la riqueza de la nación, con el vaciamiento de la producción y con una brecha cada vez mayor entre ricos y pobres, no es sorprendente que veamos el surgimiento de una oligarquía al estilo de Trump que combina el populismo y la dominación financiera.

Por esta razón, "el verdadero rey no gobierna a los que están fuera de la civilización", y sólo si desarrollamos gradualmente un estilo de vida estable y deseable, otros países desearán emular nuestra experiencia y nuestro estilo de vida, en cuyo momento podremos, consciente o inconscientemente, dar forma al mundo.  Es como tratar con la pandemia.  Lo quisieran o no, los países occidentales finalmente nos quisieron, se pusieron sus máscaras y practicaron el distanciamiento social.
 
Notas del traductor

[1]  强世功, "中美'关键十年'--"新罗马帝国 "与 "新的伟大斗争," publicado por primera vez en línea el 4 de septiembre de 2020 aquí, y posteriormente en la página de Jiang sobre Aisixiang.

[2] Un incidente entre muchos en el deterioro de las relaciones sino-soviéticas en el curso de los años 60.  Para más detalles, ver https://www.marxists.org/history/erol/ca.secondwave/alive-polemic.htm .
 
[3] En realidad, el comentario no lo hizo Clinton, sino su asesor y jefe de campaña James Carville.
 
[4] La referencia de Jiang es obviamente al volumen de 1992 de Francis Fukuyama, El Fin de la Historia y el Último Hombre, una celebración americana de la victoria del liberalismo en la Guerra Fría.  Casi veinte años después de su publicación, el libro sigue enfureciendo a los intelectuales chinos, en particular a los de la izquierda.
 
[5] Jiang seguramente significa Presidente Bush o Obama aquí.
 
[6] Ver M. Taylor Fravel, J. Stapleton Roy, Michael D. Swaine, Susan A. Thornton y Ezra Vogel, "China is not an Enemy", The Washington Post, 3 de julio de 2019.
 
 
[8] El término fue usado por primera vez por el Secretario de Estado Americano John Foster Dulles en 1957-1958, en el contexto que Jiang está describiendo:  Preveía que el comercio y otras formas de compromiso occidental podrían acortar la vida de los regímenes comunistas.  Mao tomó en serio los comentarios bastante anodinos de Dulles, y la oposición a la "política" sigue siendo un sello distintivo de la política exterior china.

[9] La política de los "Tres Representantes", identificada con Jiang Zemin, afirma que el PCCh representa: las "fuerzas productivas avanzadas", el "curso progresivo de la cultura avanzada de China" y "los intereses fundamentales de la mayoría".  Como representantes de las fuerzas productivas avanzadas, a los capitalistas chinos se les permitió entrar en el Partido tras la aplicación de esta política.
 
[10] La idea de una "cultura de círculo" proviene de un discurso anticorrupción de Xi Jinping en 2014, en el que criticó a los cuadros que pasan su tiempo tratando de averiguar quién anda con quién con el fin de explotar las relaciones personales para beneficio privado.  Ver aquí por más detailles.
 
[11]  La referencia es a Jon Huntsman y su visita a Wangfujing en un momento en que se hablaba de organizar una "revolución del color" en China, véase https://www.wsj.com/articles/BL-CJB-13369  .
 
[12] Jiang se refiere aquí al asunto de Bo Xilai en el que Bo, autor del "modelo Chongqing" alabado por muchos de la izquierda por representar una "tercera vía" entre el capitalismo y el socialismo, fue finalmente purgado y sentenciado a prisión en 2013.  En la consideración general, Bo ha sido el más grande rival de Xi Jinping.
 
[13] Jiang toma la idea de las "tres gargantas históricas" de la obra de Tong Tekong (1920-2009), un historiador chino-americano que enseñó en la Universidad de Columbia y en la Universidad de la Ciudad de Nueva York.  Sus "tres gargantas" se referían a las épocas feudal, imperial y democrática de China, y a las transiciones entre ellas.
 
[14] Ver Graham Allison, Destino de guerra: ¿Pueden América y China escapar de la trampa de Tucídides (2017).
 
[15] Traducción inglés tomada de la versión oficial china, disponible en: http://www.xinhuanet.com/english/download/Xi_Jinping's_report_at_19th_CPC_National_Congress.pdf , pp. 7-8.
 
 
[17] La cita se atribuye al emperador Tang Taizong (598-649).
 
[18] Ver Kishore Mahbubani, ¿Ha ganado China? Desafío chino a la primacía americana (2020).
 
[19] El “universalismo chino", o tianxia zhuyi, se refiere a la visión china del mundo antes de la llegada de Occidente.  Aunque tradicionalmente se asocia con el sino-centrismo, desde el ascenso de China ha sido revisado por gran número de académicos chinos que intentan reciclarlo como socio diplomático/geopolítico para el éxito de China en el crecimiento de su economía doméstica.  Para un debate exhaustivo en otra parte de este sitio, véase https://www.readingthechinadream.com/liang-zhiping-tianxia-and-ideology.html .

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